viernes, agosto 22, 2008

SHINE A LIGHT


Ya en Symphathy for the devil (1968), Godard nos presentaba a The Rolling Stones como los “intérpretes artísticos” de la convulsionada década de los años 60, con los movimientos sociales reivindicativos de raza (los negros), de género (la liberación femenina), la violencia “legitimada” (“el poder nace del fusil”), el amor sin compromisos “burgueses” y de un arte más libre y “comprometido” con la época, teniendo como telón de fondo los textos marxistas que planteaban un cambio revolucionario (en la óptica godardsiana de aquellos años “el demonio” –o “el infierno”- son las contradicciones materiales del mundo). Fue un documental muy personal del célebre realizador francés.

También Scorsese había incursionado en el documental musical con El último vals (The Last Waltz, 1978), registro del concierto de despedida del grupo de rock canadiense The Band. Tenía un aire de melancolía, de recordar el ayer nostálgico, en un contrapunto entre el concierto propiamente que reúne a los amigos del grupo despidiéndose del quinteto y los recuerdos del líder y vocalista Robbie Robertson. Es un documental sentido, con cierto toque de elegancia y con sabor a que todo tiempo pasado fue mejor.
Posterior a The Last Waltz, Scorsese realizó otro documental musical sobre Bob Dylan, mito viviente del rock and roll, no estrenado comercialmente en nuestro medio (No Direction Home: Bob Dylan, 2005), así que el realizador ítalo-americano siempre ha tenido una inquietud en plasmar en la pantalla a ciertos personajes y grupos de la música rock (tiene en mente un proyecto sobre el ex beatle George Harrison), con justicia el género musical del siglo XX.

Pero, entre la propuesta marxista de Godard que el arte se nutre de las contradicciones de la realidad; o, entre el precioso retrato nostálgico de una banda que se despide del escenario en The Last Waltz y Shine a Light existe un gran trecho.

Lo más interesante de Shine a Light (concierto de los RS del año 2006 en el Teatro Beacon, Nueva York) se produce en los primeros minutos, en el contrapunteo muchas veces tenso entre un director (el propio Scorsese) que quiere controlar todo (en una actitud neurótica-compulsiva que nos hace recordar a Woody Allen) para que la filmación salga bien, desde las canciones que se van a tocar hasta la posición de las cámaras, y un Mick Jagger que es todo anarquía, aborrece el control y que es imprevisible de lo que pueda suceder cuando esté frente a los reflectores. Esa es la parte más interesante del documental. La eterna lucha entre la planificación y el libre albedrío. El concierto propiamente es como cualquier concierto musical de The Rolling Stones, quizás con mucho más cuidado en su filmación y en los cortes y acercamientos de cámara (Scorsese fue editor del documental musical Woodstock, 1970, testimonio histórico del movimiento hippie de los años 60), donde los fanáticos esperan las canciones más conocidas del grupo: Satisfaction, Symphathy for the devil, I’m free o la que da título al documental. Son “los dioses” en el escenario y abajo, en la platea, están los feligreses adoradores, donde incluso el ex presidente Clinton y sus amigos políticos son comparsas, figuras secundarias. Eso sí, otra cosa interesante es el material de archivo que se intercala con el concierto, donde aparece un Mick Jagger joven y a la pregunta de cuánto piensan sobrevivir como grupo, ni él mismo estaba seguro que iban a durar tanto, convirtiéndose quizás en la banda de rock más antigua y vigente que hasta el día de hoy existe.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


SHINE A LIGHT
Dir.: Martin Scorsese
EEUU,UK/2008/Documental***/Estrenos

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