sábado, enero 23, 2021

¿QUIÉN MATO A LA LLAMITA BLANCA?

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Bolivia, año 2005. Estamos cerca a la asunción del primer gobierno de Evo Morales y la fundación de lo que se conoce como el Estado Plurinacional de Bolivia. El país es un caos, gana el más vivo, el “pendejo”. En eso se parecen mucho a nosotros. Un narrador nos va contando las peripecias, a modo de road movie e inscrito en la picaresca, de una pareja de asaltantes conocida como “Los tortolitos”, suerte de Bonnie and Clyde del altiplano, pero en tono de farsa y de burla.

 

Vamos viendo -en un falso enfoque antropológico que le confiere un seudo aire académico-  las peripecias de la pareja y, de paso, la corrupción en las altas esferas del gobierno, el tráfico de drogas que atraviesa a toda la sociedad boliviana, la segregación de los cambas con respecto a los collas, la alienación de ciertos sectores sociales con respecto al “estilo blanco de vivir”. Por ejemplo, es cierto lo que cuenta la película, Duston Larsen (que aparece en un corto papel interpretándose a si mismo), un boliviano-estadounidense fue elegido Mister Bolivia en el 2004 sin saber castellano. Y también han tenido un presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, que hablaba más fluido el inglés que la lengua de Cervantes.

 

La película le da un giro al indio oprimido y la pareja conformada por Jacinto y Domitila son indios liberados, “pendex”, ven las circunstancias para aprovecharlas y obtener ganancias. Quien manda es Domitila, representa a la mujer aymara que no se amilana ante las adversidades, mientras Jacinto es el típico mujeriego, “aventado”, que arrasa con todo lo que ve.

 

Como en toda historia picaresca, los personajes salen bien librados de las trampas que les colocan sus enemigos. Existe una esperanza en el gobierno de Evo Morales, que al momento de rodar el filme, era el presidente electo y estaba por asumir su primer gobierno. Es poco lo que desde fuera se ha estudiado los 13 años de su gobierno. Es cierto que estuvo en la órbita chavista y en el ALBA, pero hay matices con respecto a su gobierno –así como el de Correa en Ecuador- en relación al gobierno de Chávez en Venezuela. En el caso boliviano ha remecido las estructuras sociales y políticas de “los que mandan”; mientras en el caso venezolano terminó en desastre.

 

Una congresista peruana, menospreciando al país del altiplano, tuvo el impromptu de declarar, en alusión a un ex primer ministro de raza cobriza, que estaba bien como embajador de Bolivia pero no de la OEA. Se equivocó. Bolivia es quizás uno de los países más complejos de la región, más que Perú de repente. Quién mató a la llamita blanca es un buen pretexto para conocer algo de la bastante desconocida filmografía del altiplano y adentrarnos un poco en su compleja textura social.