viernes, enero 18, 2008

MÁS CORAZÓN QUE ODIO


Los llanos, la aventura, el romance, la lucha contra lo agreste e indómito, y sobretodo la lucha contra uno mismo, todo no exento siempre de un toque de humor, hacen de The searchers un filme inolvidable. Inscrito en la vertiente clásica, quiebra la ruptura lineal del argumento cuando nos enteramos de las andanzas de Ethan y Martin por intermedio de la carta que éste último le envía a Laurie, su novia, contándole lo que han encontrado. Así también el personaje de Mose es inolvidable, entre medio loco y medio ido del mundo, le presta el toque “cómico” para no cargar demasiado las tintas de la historia que, sin el humor, habría devenido en tragedia. El rojo de la tierra expresa el rojo de la venganza, del odio que sacude al personaje de John Wayne. El título original (The Searchers) dice no solo de la larga búsqueda de la sobrina secuestrada por los comanches, sino también de la búsqueda interna que reporta ese largo viaje, búsqueda de la paz interna como expresa la canción final. Las puertas que se abren al inicio del filme y se cierran al concluir expresan toda una etapa existencial ya superada por el protagonista para pasar a otra cosa.
Filme nostálgico, cargado de lirismo, equilibrado, perfecto, no cansa verlo una y otra vez, lo que sucede solo con los clásicos.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es
MÁS CORAZÓN QUE ODIO [The Searchers]
Dir: John Ford
Guión: Frank S. Nugent, basado en la novela de Alan Le May
c/ John Wayne (Ethan), Jeffrey Hunter (Martin), Vera Miles (Laurie), Ward Bond (Rev. Capt. Samuel Johnston Clayton), Natalie Wood (Debbie), Hank Worden (Mose Harper)
EEUU/1956/Western***/Dvd/Clásicos de ayer y hoy

lunes, enero 14, 2008

SOY LEYENDA


Las distopías (cuya temática central es la extinción de la civilización y posterior barbarie de la raza humana) tienen como finalidad alertar al ser humano de un daño o peligro que en el presente todavía es controlable pero que a futuro puede ser irreparable. Es así que en los años 60 y 70 las distopías estaban centradas en la extinción de la humanidad por una posible guerra nuclear; mientras que las actuales tienen como eje argumentativo la irreparabilidad del medioambiente y la guerra bacteriológica. Distopías clásicas en esa línea son El planeta de los simios y recientemente Hijos de los hombres.
Otra vertiente distópica es la pérdida de la libertad y el vivir en una sociedad oprimida y sojuzgada por una elite sea religiosa, política o militar que mantiene el statu quo con un discurso ideológico deliberadamente engañoso. En esta variante el ser humano se encuentra alienado, rebajado en sus derechos, prácticamente cosificado y sin tener la posibilidad de pensar o de expresar libremente sus sentimientos. El paradigma por excelencia de este tipo de distopías es 1984.

Soy leyenda se centra en la primera temática (la extinción de la civilización y posterior barbarie de la raza humana) y ha contado con tres adaptaciones al cine. La primera de 1964 (The Last Man on Earth) con Vincent Price; la segunda de 1971 (The Omega Man) con Charlton Heston; y, la tercera de 2007 con Will Smith.

A nivel argumentativo la trama tiene dos niveles que se van “cruzando”: el primero y más interesante es narrar la vida cotidiana del Dr. Neville “en el presente” cuando la tierra ya ha sido devastada por un virus trasmutado que convierte a los hombres en una suerte de vampiros rabiosos (parecidos mucho en la agilidad a los de 28 días después -28 days later, 2002- de Danny Boyle). Así nos describe al protagonista haciendo su vida cotidiana: busca alimentos en una ciudad desolada y vuelta al salvajismo, se provee de gasolina, “renta” dvd’s para pasar la noche, “conversa” con los maniquís de la tienda, se mantiene en forma y convierte su casa en un verdadero “bunker”. En este nivel es bastante importante la relación con su perro, el único ser viviente con quien puede comunicarse y tener una relación afectiva (literalmente el perrito “se roba” varias escenas de la película). Los flash-backs son explicativos de “lo que pasó en la tierra”. En un segundo nivel, menos interesante, “caza” vampiros pero no tanto para su exterminio sino para encontrar una posible cura, utilizándolos como conejillos. En esta primera parte de la película se percibe el paulatino deterioro sicológico que va viviendo Neville por su aislamiento de otros seres humanos y que se demuestra en los mensajes que por radio trasmite, reflejando su necesidad de comunicarse, intento vano de “botella al mar”, o cuando “conversa” con los maniquís de la tienda de video o pierde el control al ver a uno de estos fuera de su lugar, en plena calle.

Esos dos niveles tendrán un “nudo” del conflicto con la presencia de Anna y su pequeño hijo, sobrevivientes humanos como Neville y en búsqueda de una posible comuna de otros sobrevivientes también inmunes al virus. La resolución se dará con el sacrificio del protagonista poco antes de encontrar la cura, convirtiéndose por tanto “en leyenda” con un esperanzador “happy end”. Esta es la parte del filme que menos convence.

En principio se trata de la obra para un solo actor. Toda la puesta en escena reposa en el personaje central. Es un hombre solitario, lo que irá erosionando su sicología, hundiéndolo en la depresión y con conductas consideradas erráticas en sociedad. Si bien Will Smith cumple adecuadamente su papel dramático, más está en la línea de los superhéroes que de un hombre solitario y con problemas de conducta. Esa muestra de “debilidad” no está adecuadamente registrada en la performance del actor (a Charlton Heston le sucedió lo mismo en la segunda versión). La hondura sicológica le abría abierto una dimensión humana abismal, lindante con la locura, que habría hecho muy rico al personaje (por cierto el argumento más se presta para ello que para una película de acción). Y también es responsabilidad del director, que no ha sabido aprovechar el material entre manos y con poca experiencia en su haber. Y, el remate no es muy convincente. El “final feliz” deja un sabor como a mártir de la medicina que a una distopía como era la idea de la trama.

Quizás el resultado habría sido distinto si el proyecto lo manejada Ridley Scott, de quien se voceó mucho la encargatura en la década pasada. En fin, Soy leyenda tiene sus límites, dejándose ver como un entretenimiento, pensada y diseñada como tal y sin mayores ambiciones.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


SOY LEYENDA [I am legend]
Dir: Francis Lawrence
Guión: Mark Protosevich y Akiva Goldsman; basado en la novela de Richard Matheson
c/ Will Smith (Robert Neville), Alice Braga (Anna), Charlie Tahan (Ethan)
EEUU/2007/CF-Terror***/Estrenos

viernes, enero 11, 2008

¿EXISTE CRÍTICA DE CINE?

Acabo de enterarme circunstancialmente de una “polémica” entre dos críticos de cine “profesionales”, donde uno acusa al otro de “venderse” a las distribuidoras de blockbusters por promocionar polos y llaveritos de una conocida película de animación estelarizada por unas simpáticas ardillitas digitales.

Más allá del encono personal que se tienen ambos críticos (aunque en público lo desmientan), la “polémica” más parece una pelea de infantes en el colegio por dirimir quien la tiene “más larga”, comprobándose una vez más que los enconos, envidias, recelos y otras menudencias del alma es muy peruano y quizás diría muy humano. En mi gremio –los abogados- también se dan estas peleítas, pero para ser sincero, entre los críticos de cine es más graciosa. Las nuestras por lo general son muy tiesas, acartonadas y demasiado solemnes, por no decir aburridas.

A veces me pregunto si vale la pena comentar las películas. La gente promedio no lee las críticas de cine. Le interesa un pepino. Generalmente son los cinéfilos o las personas que toman “en serio” al cine quienes las leen. Pero, si bien el público objetivo lector de “críticas de cine” es bastante reducido, eso no obsta determinar si tenemos una crítica especializada en nuestro medio. Y, sin muchos rodeos, la respuesta es negativa.

Existe un reducidísimo sector de la crítica que trata de ser eso, crítica especializada, aunque a veces cae en excesos culturosos, “camina en las nubes” y “mira encima del hombro”, produciéndole asco toda película que tenga contenido “comercial” y su público objetivo son sus alumnos que los tienen como el “non plus ultra”, el “ya no ya de la crítica”, “el camino a seguir”. Hay que reconocer que, pese a sus excesos y vanidades –muy humanas también-, este sector de la crítica tiene una labor docente importante dentro del público al que se dirige.

En cambio, la mayor parte de la “otra crítica” es más bien la “mermelera”, la que promociona los estrenos de las grandes distribuidoras y se trasmite por distintos medios: la prensa escrita, la televisión y últimamente los blogs, que ha facilitado la aparición de “nuevos críticos” de todo calibre.

Personalmente no estoy en contra que un “crítico especializado”, director de una revista de cine también especializada, tenga un blog donde promocione llaveritos o polos de una película comercial. No es profesional, por no decir ético, pero el “crítico especializado” sabe en lo que se mete al aceptar el encargo o permitir que aparezca su nombre en la página web promocional. No puede alegar inocencia. En todo caso, como adulto, es su responsabilidad. Quizás con eso su prestigio baje, pero dependerá absolutamente de él. Pero de allí a estigmatizarlo, a “crucificarlo” en los blogs o en cualquier medio disponible, creo hay mucho trecho y es una exageración.

Por otro lado, la crítica tiene que ser libre, no puede estar sujeta a parámetros de “lo que debe ser”, que es donde lamentablemente cae a veces la crítica “culturosa”. Su lema parece ser “Todo lo que es crítica profesional es como yo lo hago, el resto es todo menos crítica”. Es caer en sectarismos y prejuicios.

El problema es que nuestro mercado es tan pequeño que no alcanza para todos, por lo que uno le tiene que “serruchar el piso” a otro para ocupar su espacio. Cuando de verdad tengamos una industria del cine nacional, cuando la variedad de filmes vistos sea más amplia, cuando existan institutos ex profeso para la profesión de cineasta, y, es más, existan post grados de especialización en cine, podremos hablar por fin de una crítica especializada amplia y diversa, y de un mercado que la recepcione en igual forma.

Por el momento veremos de tanto en tanto las rencillas bastante folclóricas entre dos “críticos profesionales” por dirimir quien la tiene “más larga”, tratando de convertirse en el macho alfa de la manada o marcando su territorio con la orina. Cosas del inframundo de la crítica.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


lunes, enero 07, 2008

LA LISTA NEGRA


Paul Verhoeven, realizador de origen holandés, tuvo cierto éxito en el cine norteamericano, sobretodo con Robocop (1987), cinta de corte futurista, bastante ágil y entretenida, e Instinto básico (1992), inquietante thriller que convirtió en sex symbol de los 90 a Sharon Stone. Después de eso su carrera tuvo altibajos, por lo que decide regresar a su natal Holanda, y gracias al prestigio cargado de su estancia en Hollywood, consigue financiamiento para un proyecto europeo bastante ambicioso, ambientado en la segunda guerra mundial y considerado como uno de los más caros en el viejo continente.

Lo interesante de La lista negra (o el Libro negro como también se le titula en español) es la ambigüedad de los personajes. Estamos en la Holanda de la ocupación nazi, donde existe un grupo de resistentes que luchan en una guerra de guerrillas contra el invasor. En ese grupo ingresa Rachel, una cantante de origen judío que ha perdido a su familia cuando trataban de huir. Todo hace sospechar que miembros de la resistencia, en combinación con oficiales nazis, lucran con los judíos que tratan de escapar, engañándolos hacia un viaje que termina en la muerte.
No existen, como en otros filmes de guerra, los estereotipos de buenos por un lado y malos por el otro. El que parece una cosa, puede ser totalmente lo contrario, como sucede con el héroe de guerra Akkerman que se apropia de las joyas y el dinero robado a los judíos asesinados, o con el capitán alemán Müntze (al actor lo hemos apreciado en La vida de los otros) que muestra más humanismo y desinterés que los propios partisanos. Es ese “juego” de dobleces lo que hace interesante el filme, donde incluso no se salva la misma protagonista.

La imagen final, en el Kibbutz, cuando está pronto a ser atacado, simboliza una idea pesimista del realizador: la guerra parece ser la regla en el hombre y los momentos de paz son apenas los menos. Amarga reflexión con la cual cierra este inquietante thriller.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


LA LISTA NEGRA [Zwartboek]
Dir: Paul Verhoeven
Guión: Paul Verhoeven y Gerard Soeteman; basado en un argumento de Gerard Soeteman
c/ Carice van Houten (Rachel Steinn/Ellis de Vries), Sebastian Koch (Ludwig Müntze), Thom Hoffman (Hans Akkermans), Halina Reijn (Ronnie)
Holanda-UK-Ale-Bélgica/2006/ Thriller***/Estrenos