viernes, diciembre 25, 2020

LA PUERTA DEL CIELO

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

La historia es bastante conocida. A Michael Cimino le llamó la atención una historia poco divulgada del oeste norteamericano ocurrida a fines del siglo XIX: un grupo de terratenientes, ganaderos y con conexiones políticas en el gobierno, decide exterminar a campesinos inmigrantes de Europa oriental, a fin que su ganado tenga más tierras donde pastar.

 

El francotirador (The deer hunter), su anterior filme, venía de ganar una apreciable taquilla así como múltiples premios, entre ellos el Óscar a mejor película y a mejor director en 1979, por lo que tenía en Hollywood la puerta libre para filmar lo que quisiera y cómo quisiera.

 

Cimino era un director que frisaba los 40 años cuando arremete con La puerta del cielo, y gracias a los ingresos recaudados por El francotirador, se le podía considerar como uno de los golden boys de aquellos años, junto a Steven Spielberg o a George Lucas. Parecía que convertía en oro todo lo que tocaba: su guion de Un botín de 500000 dólares (Thunderbolt and Lightfoot) actuada y producida por Clint Eastwood y dirigida por el propio Cimino, fue todo un suceso, siendo el inicio de su meteórica y corta carrera.

 

Darle carta blanca para que filme como quisiera a un joven director no era raro en el Hollywood de aquellos años. Una nueva hornada de jóvenes realizadores estaba cambiando el estilo y forma de hacer cine, por lo que no fue extraño que United Artist, la productora, le concediera todo lo que pedía. Heaven's Gate inicialmente iba a costar alrededor de diez millones de dólares, pero por el excesivo tiempo de rodaje, gastos de locación y todo lo demás superó los 50 millones (más o menos 170 millones de dólares en la actualidad). Los ejecutivos de United si bien estaban nerviosos por la subida incesante de los gastos, confiaban en que la taquilla iba a ser generosa en la retribución.

 

Llegado el estreno no fue así. La película fue recibida fríamente por el público. La crítica fue bastante despiadada. Irónicamente un crítico la calificó como el primer western socialista (aunque, como veremos, no estaba tan desubicado). Los ejecutivos de United para salvar algo de lo gastado decidieron acortarla de las tres horas y media de la versión del estreno a poco más de dos, dejando las partes con más acción y un falso final (la película terminaba con un congelado saliendo Ella y Jim de la casa de la primera, recién casados, suerte de falso happy end). Ni así tuvo acogida. El estudio fundado, entre otros, por Charles Chaplin y Douglas Fairbanks, fue declarado en quiebra y vendido a MGM, los ejecutivos que apoyaron el proyecto fueron cesados inmediatamente y Cimino jamás logró remontar ese fracaso en su carrera.

 

Algunos años después La puerta del cielo apareció en dvd, en una edición del director, aquella que dura tres horas y media, y poco a poco se fue volviendo película de culto entre cinéfilos de distintas partes del mundo y la crítica, despiadada en sus inicios, se fue tornando más indulgente y descubriendo méritos en el filme antes criticado, a tal punto que ya se la considera como uno de los filmes esenciales en el siglo XX.

 

Como dice la Biblia, nadie es profeta en su tierra; y Cimino comenzó a ser más reconocido en Europa que en su propio país. Antes de su fallecimiento en 2016, recibió ciertos homenajes, como en Francia con la medalla en La orden de las artes y letras en 2001 y en 2012, en el Festival de Venecia, un premio por su talento visionario. El tiempo fue valorando su obra y en especial, La puerta del cielo.

 

Heaven's Gate en su versión de tres horas y media (hay otra versión de más de cinco horas que parece nunca fue exhibida) comienza con la graduación de la promoción de jóvenes promesas en la prestigiosa universidad de Harvard, de donde egresa la elite que regirá el destino de los EEUU, los futuros presidentes y ejecutivos de las grandes empresas norteamericanas. Allí vemos en su juventud y sueños a los personajes que estarán enfrentados veinte años después, cuando el sheriff del Condado de Johnson (en el estado de Wyoming), Jim Averill, en una decisión de desclasarse y vivir una modesta vida de sheriff de condado, decide ir en contra de los intereses de su propia clase, encarnados en el terrateniente Frank Canton, organizando a los campesinos migrantes para resistir la masacre que quieren acometer contra ellos.

 

El filme se inscribe dentro de los cánones del género (contraposición de “buenos” contra “malos”, uso de grandes planos, acción y tiroteos); pero existen también otros elementos que Cimino los invierte, como la utopía que servía de justificación para la épica de la expansión hacia el oeste y construir la “gran nación”. En La puerta del cielo más bien es una antiutopía, todo lo contrario a la visión romántica e idealizada del “sueño americano”. (La caballería, que en los filmes del oeste, salva en último momento a los “buenos”, en este caso aparece para salvar a los villanos que están siendo aniquilados).

 

Los migrantes son claves en la historia. Tanto en The deer hunter como en Heaven’s Gate los personajes son de ascendencia eslava y juegan un papel primordial para la construcción de la nación norteamericana. En la primera ya son plenamente asimilados a esta, como hijos de migrantes; en La puerta del cielo son migrantes de primera generación que quieren asimilarse a los valores y al estilo de vida en Norteamérica y sentirse americanos. En cierta manera, el filme narra la desgarradora formación de la nación.

 

Y lo que dijo irónicamente en su momento cierto crítico, es cierto. Estamos ante el primer western socialista, en el sentido que invirtiendo las claves del género y usando un tanto el estilo expresivo del spaguetti western, narra la confrontación social entre terratenientes y campesinos. Es pura lucha de clases y la violencia como partera de la historia. Es el nudo de la trama del filme. De haberlo visionado Carlos Marx, saltaría feliz en su butaca.

 

Y, en esa inspiración europea, como anotaron algunos comentaristas, existe otra película que alienta la poética de La puerta del cielo: Novecento de Bernardo Bertolucci. Estrenado el filme de Bertolucci algunos años antes, narra en un canto coral la confrontación de clases, aunque en un tono muy distinto. Novecento es también una película bastante extensa (la versión europea dura más de cinco horas), con múltiples personajes y envidiable escenificación histórica, así como un estilo circular muy similar a Heaven’s Gate. Parece que Cimino lo tuvo como un referente al momento de hacer su filme.

 

Pero la película también tiene una parte existencial-sartreana. Jean Paul Sartre decía que al individuo le es imposible substraerse de su clase social donde desde la infancia ha sido condicionado. Sartre sostenía que por más que no quisiera, morirá burgués. Es lo que sucede con el personaje principal, el de Jim Averill, que si bien decide renunciar a su condición de rico terrateniente, para tentar un empleo mal pagado de sheriff de condado y vivir a su manera, lo cierto es que años después lo vemos reasimilado a su clase social, navegando en un lujoso yate al lado de una bella mujer. Es el epílogo a una existencia frustrada (su proyecto de vida queda trunco y su gran amor muerta en una emboscada). Esa corta escena, no dialogada, donde incluso todo parece “muerto”, es una suerte de anticlímax. Averill regresa a su clase social, de la que salió años atrás. Quizás aburrido dentro de ella, pero seguro en ella.

 

¿Por qué no tuvo aceptación de público y crítica en su momento La puerta del cielo?

 

Es difícil adivinar el éxito o fracaso de un filme. Si bien los productores quieren obtener un éxito asegurado de público e ingresos, es difícil garantizar cien por ciento algo así. Muchas producciones planificadas para ser un éxito comercial navegaron en el fracaso y otras, concebidas como producciones independientes de bajo presupuesto fueron un éxito de público y crítica.

 

Pero en La puerta del cielo quizás concurrieron algunos factores. En principio el argumento de la lucha de clases. El norteamericano promedio, a diferencia de un europeo, no es adicto a temas como la lucha de clases, lo asocia inmediatamente a comunismo. De repente no existe más anticomunista que un norteamericano. Quizás porque ellos han vivido en carne propia la polarizante guerra fría con la extinta Unión Soviética y consideran a los valores del sistema capitalista como “sagrados”. Heaven's Gate, más allá de las escenas de acción y romance propias del género, tiene un trasfondo ideológico de lucha de clases. Creo que ese fue un factor de rechazo inicial de público y de crítica.

 

Como han declarado historiadores del oeste de fines del siglo XIX, debe haber sido muy probable que en las grandes oleadas de migrantes que procedían de Europa en ese entonces hubiese anarquistas, tendencia radical dominante en aquellos años, y que exacerbaban a los pobres a luchar contra los ricos

 

Igualmente influyó ese estilo “europeo” que tanto se le achacó a Cimino. El público norteamericano tiene otra sensibilidad y gustos por géneros pre-definidos, con argumentos que deben explicar todo. Y, La puerta del cielo era lo opuesto a ese gusto. Existen elipsis que no explican la conducta de personajes como Averill de desclasarse y el espectador debe obtener sus propias conclusiones. No es casualidad que haya gustado y haya sido reconocida más en Europa, especialmente en Francia donde, tengo entendido, fue el único país que exhibió desde su estreno la versión original del filme.

 

Y también que el western ya estaba en franca decadencia por aquellos años. No llamaba mucho la atención del público, a diferencia del género bélico que tenía y tiene amplios seguidores. Y quizás también que era un filme excesivamente largo. El público promedio tolera una proyección de dos horas, pero tres o más es casi una tortura, salvo que se trate de un gran aficionado al cine. Y La puerta del cielo era muy extensa y contenía muchos “tiempos muertos” que impacientaban al espectador promedio (la acción se concentra únicamente en el último tercio, el resto es una tensión que sube y baja, acompañado de historias secundarias como el “triángulo amoroso” entre Jim, Ella y Nathan). Eso fue gravitante también para el fracaso de la cinta en su momento.

 

El tiempo, como sucede con todo, fue el gran juez para valorar una película rechazada en su estreno. El filme tiene también una bella fotografía del desaparecido Vilmos Zsigmond y es otra visión sobre la génesis de América. No todo fue tan bello y épico como la narración oficial hizo creer.

 

jueves, julio 30, 2020

UN PEQUEÑO BROTE DE CIVILIZACIÓN.- MAX MAD 3: MÁS ALLÁ DE LA CÚPULA DEL TRUENO


Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107



El género distópico es el que trata sobre un futuro apocalíptico. Es un futuro de sobrevivencia de la especie humana. Películas clásicas del género son El planeta de los simios o la saga de Max Mad, el policía australiano que pierde la cordura por el asesinato de su familia.

Inicialmente compuesta de tres películas: Max Mad (1979), Max Mad 2, el guerrero de la carretera (1981) y Max Mad 3, más allá de la cúpula del trueno (1985). Treinta años después la saga se completó con una cuarta entrega, Max Mad, furia en el camino (2015). Nos interesa la tercera entrega y su contraposición con la cuarta.

Como muchas de las películas distópicas de la época, la civilización humana termina por una hecatombe nuclear. Los pocos seres humanos que quedaron vivos buscan energía para mover los vehículos, y agua y alimentos para sobrevivir. Lo que entendemos por orden público y justicia prácticamente han desaparecido, poblando los caminos pandillas que asolan los pueblos por donde pasan, robando, violando y matando. Prima la ley del más fuerte.

En ese contexto de falta de ley y orden, de una regresión al estado de naturaleza, en la tercera entrega emerge un pueblo, Bartertown, que lo podemos traducir como “El pueblo del trueque”. A falta de moneda oficial, prima el trueque y un mercado de ofertantes y demandantes. No importa la procedencia de los bienes, todo se puede cambiar allí. Sobresale el respeto al contrato y la sanción drástica para quien lo incumple. Tiene algunas leyes elementales, como la que zanja las diferencias entre las partes ingresando a la cúpula del trueno, donde el que sobrevive en el combate es el ganador (“entran dos, sale uno”).

Si bien Bartertown se acerca más a las leyes que gobernaban el wild west; hay que reconocer también que en ese yermo de ley en que se ha convertido el mundo, es una isla de orden y de reglas de juego claras. Los contratos deben respetarse, seguridad jurídica necesaria. En lo económico, el mercado permite interactuar la oferta y demanda de bienes, lo que a su vez mueve la economía. Y la ley, simbolizada en la cúpula del trueno, es el sometimiento a la justicia de las diferencias entre las partes. No es el paraíso, ni estamos en un rule of law, pero hay un orden y reglas que anuncian un brote civilizatorio.

En Bartertown existe una suerte de gobernadora, llamada “la tía que manda” (aunty entity), que fija las reglas. Y también un enano apoyado en un gigantón (llamados master-blaster, maestro y destrozador, por la dupla que hacen, uno como cerebro y el gigante como fuerza física). El enano posee el know-how, el conocimiento para convertir las heces del cerdo en gas metano, necesario para dar energía a la ciudad.

Existe una lucha por el poder entre la tía y el maestro. La tía no es una demócrata que digamos (concentra los tres poderes básicos en sus manos), pero deja hacer a la gente sus negocios en el marco de las reglas de juego impuestas (principio de predictibilidad). El enano desafía a la tía, es el que tiene el poder del conocimiento y busca ser obedecido por eso. No tiene la habilidad política de esta, pero busca su poder político.

En cambio en Max Mad, furia en el camino, la cuarta y hasta el momento última entrega, regresamos a formas de organización social más bien tribales. Existe un líder de la tribu llamado El inmortal Joe, de edad indefinida, que tiene la propiedad de las mujeres y a la vez hijas que le sirven de vehículos de placer y reproducción de la especie, y los hijos varones tenidos con ellas para su seguridad y ejército personal. Estamos en el contexto de la permisión de las relaciones incestuosas y de un régimen patriarcal de sojuzgación total de la mujer (incluso sus hijas usan un cinturón de castidad para no ser tocadas por sus hermanos). Ha desaparecido el tabú que prohíbe las relaciones sexuales entre parientes cercanos, que es la piedra angular de las civilizaciones, y se ha regresionado a formas tribales primitivas.

El control político del Inmortal Joe se produce por medio del agua, recurso escaso en el desierto y que se ofrece a cuentagotas a los que no son ni sus mujeres ni su ejército. También existe un discurso legitimador para llevar a los límites de la muerte a su ejército de hijos: aquellos que se comporten heroicamente ofrendando su vida, ingresarán al Valhalla, suerte de paraíso, donde estarán conduciendo un vehículo por toda la eternidad.

Si en Bartertown existían ciertos brotes de civilización, en la ciudadela donde gobierna el Inmortal Joe regresamos a la tribu. Pero a pesar de ello, y frente al patriarca, lo va a desafiar Furiosa, su lugarteniente, que roba a sus mujeres para liberarlas del cautiverio sexual a las que son sometidas. Es una liberación femenina en cierta manera, usando las herramientas del propio Joe: la fuerza y la astucia. La tía en cambio, es más política. Se comporta como una líder que tiene un proyecto y una visión a futuro que conlleva un pequeño brote de civilización.