martes, marzo 31, 2009

MILK


Milk no es solo una biopic (biografía fílmica), sino que aspira a ser una crónica del movimiento gay en los años 70 por la reivindicación de sus derechos civiles. De allí las escenas iniciales en la presentación, dan cuenta de lo que se verá en las próximas dos horas: un testimonio de parte de la lucha por los derechos de una minoría sexual.

Gus Van Sant (conocido activista gay) tiene como eje de su historia los últimos años de vida del primer funcionario público norteamericano, autodeclarado homosexual militante y elegido por votación popular. Milk, con talento para la organización de grupos humanos, aspira a llegar al cargo de supervisor a fin de legalizar los derechos de la comunidad homosexual de San Francisco. (Por eso la importancia que tiene para Van Sant el personaje). Si bien el tratamiento hacia el mismo es simpático, afectuoso, no por eso lo coloca a un nivel icónico, sino solo como a un ser humano que en un momento existencial de su vida decidirá entregarla a la causa gay y combatir a las fuerzas conservadoras de la “nueva moral” que ya asomaban en aquellos años e iban contra todo lo que escapase a la “normalidad” heterosexual.

El otro gran mérito del filme es demostrar que la conquista de los derechos por las minorías no se consigue por una ley de algún legislador bien intencionado, ni menos por la gracia de Dios como pensaban los teólogos, ni tampoco por ser inherente al ser humano como proclamaban los jus naturalistas, sino que son producto de la lucha constante, organizada, con reveses en muchas ocasiones, de aquellos que reclaman sus derechos, hasta que el Estado los reconoce incorporándolos al sistema jurídico. Milk es un claro ejemplo de ello.

Por cierto, magnífica la actuación de Sean Penn (un liberal de izquierda de Hollywood que patrocina causas pro derechos humanos) y merecido el Oscar a mejor actuación.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


MILK
Dir.: Gus Van Sant
Guión: Dustin Lance Black
c/ Sean Penn (Harvey Milk), Emile Hirsch (Cleve Jones), Josh Brolin (Dan White),
Diego Luna (Jack Lira), James Franco (Scott Smith), Alison Pill (Anne Kronenberg),
Victor Garber (Mayor George Moscone)
EEUU/2008/Biopic***/Estrenos

jueves, marzo 26, 2009

GRAN TORINO


Un hombre anciano y enfermo vive rodeado de migrantes en su antiguo barrio, otrora exclusivo de blancos, “americanos puros”. Digamos que el barrio “ha bajado de categoría”, ahora pululan las pandillas de chinos, mexicanos y negros; pero, el hombre anciano resiste a mudarse como lo han hecho los residentes originales, enarbolando la bandera norteamericana que encarna sus antiguos valores (al Gran Torino de la Ford lo reemplazan en las pistas las camionetas Toyota, a su médico norteamericano lo sustituye una médico de origen chino, los valores tradicionales son trastocados por una serie de convencionalismos modernos que él no entiende). La única persona afectivamente cercana, su esposa, ha fallecido recientemente, y sus hijos y nietos son extraños a él. El hombre anciano se vanagloria de haber participado en la guerra de Corea, lo que repite cada vez que puede y donde ha ganado condecoraciones. Se podría decir de él que es un hombre que pertenece a un mundo que ya no existe, una suerte de dinosaurio sobreviviente. Sin embargo, ese hombre aparentemente rudo verá redimida su vida ayudando a un joven chino, vecino suyo, a no seguir el destino de pandilla que le espera. Historia de redención, de expiación de pecados (su accionar en Corea que tanto le enorgullece veremos en realidad que es un gran cargo de conciencia) que se verá materializado en el sacrificio personal para salvar el futuro de ese joven apenas conocido.

Película melancólica aunque vital, como de aquellos legendarios personajes de las películas clásicas que van en busca del sacrificio en aras de una noble causa que los redima de algún hecho de su pasado que les origina remordimiento de conciencia. Es la despedida del gran héroe americano que toma la justicia por sus propias manos que encarnó en tantos filmes, o si se quiere es el Harry “el sucio” (el célebre personaje que tanta fama le dio) 40 años después, que aprende en la vejez a ser más tolerante con los otros y que al final de cuentas, chinos, blancos o negros, todos somos seres humanos, con culturas, lenguas y costumbres distintas, pero humanos al fin.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


GRAN TORINO
Dir.: Clint Eastwood
Guión: Nick Schenk
c/ Clint Eastwood (Walt Kowalski), Christopher Carley (Father Janovich), Bee Vang (Thao Vang Lor), Ahney Her (Sue Lor)
EEUU, Australia/2008/Drama***/Estrenos

jueves, marzo 19, 2009

LA TETA ASUSTADA


La película bajo comentario ha causado polémica más por las supuestas cualidades o deméritos extra cinematográficos que por sus valores intrínsecos. Por ejemplo, la denuncia de supuesto racismo que trasuda el filme, “la acusación” más reiterada. Si entendemos por racismo la doctrina o ideología que denigra o coloca en un orden inferior a una raza con respecto a otra, la película no es racista ni por asomo. En ningún momento postula que la raza india “sea inferior” a la blanca (más bien existe una visión cultural de la realizadora que lo tocaremos más adelante, pero que no se puede calificar de racismo).
Otra “denuncia” es sobre el premio. Que el premio en el Festival de Berlín fue concedido gracias a “las manipulaciones” que sobre el jurado efectuó el tío de la realizadora (tal como he leído por allí), nuestro célebre escritor Mario Vargas Llosa. Tampoco resiste el menor análisis por carecer “la acusación” de sustento probatorio; más bien el premio es bastante merecido (aunque como todo premio, más dice del jurado que lo concede que del autor o de la obra premiada). En el mismo sentido, que el premio se debió al contenido “étnico” del filme que tanto gusta a los europeos. Tampoco es convincente el argumento dado que el Oso de Oro no ha premiado en el pasado repetidas veces a filmes “étnicos” (por cierto, debemos precisar que Claudia Llosa no es la primera peruana(o) que gana un premio internacional tan importante en cine). Otro argumento extra cinematográfico se encuentra relacionado con la escasa retribución económica a los habitantes de Manchay que participaron como extras o figurantes. La suma de veinte nuevos soles (seis dólares aproximadamente), cantidad que la directora ha reconocido como cierta, sería indicio de “la explotación” que Llosa habría perpetrado contra “los pobres cholitos”, abusando de su situación económica paupérrima y necesitada. La suma puede parecer baja desde los estándares internacionales, pero debemos tener en cuenta que en otras realizaciones peruanas a los extras de una localidad no se les retribuyó ni con un sol, participando ad honórem en la filmación y ni siquiera tuvieron el privilegio de visionar la película en que participaron antes de su exhibición comercial como en la presente cinta, por lo general fueron olvidados por quienes solicitaron su participación una vez terminado el rodaje; además, desde el punto de vista legal el acuerdo económico entre las partes se pacta libremente (contrato por servicios). No existe un sueldo mínimo al no existir subordinación laboral.
Y mucho menos resiste el descalificativo ad hóminem contra la realizadora por el hecho de ser “blanca y occidental” tendría el acceso negado para abordar el mundo andino, que debería ser tocado exclusivamente por personas nacidas en los andes. Argumento también “racista” y suerte de nacionalismo reaccionario, chato y simplón por quienes lo proponen (“los blancos no podrían hablar de los indios”). Más bien Claudia Llosa se supera con respecto a su ópera prima, ratificando y consolidando un camino personal.

No voy a contar el argumento de la película a la usanza de algunos autodenominados “críticos cinematográficos” de la prensa escrita (lo mejor que se ha comentado de la cinta, para bien o para mal, está en los blogs, los comentarios de la prensa escrita local han sido bastante pobres). Voy a partir del supuesto que el lector ya vio la película y tiene una opinión formada, y la trataré de contrastar con la mía.

Como en Madeinusa (en cierta forma ambos filmes de Llosa forman un díptico con rasgos en común), la cinta tiene una riqueza simbólica que en una primera aproximación es difícil abarcar en totalidad. Ya no hablemos de la creencia de “la teta asustada” que da título al filme por ser ampliamente explicado, sino de los detalles que se van apreciando y hasta el nombre del personaje. Claudia Llosa es una persona que trabaja su guión en profundidad, abarcando en su universo narrativo mitos populares y universales. No es casual el nombre del personaje central, Fausta. Lo que Llosa cuenta es el mito de Fausto al revés. No se trata que el personaje “pierda” el alma, sino que la recupere, y su odisea o aventura que recorre es para “recobrarla”, graficado expresamente en la última escena, cuando germina en flor la papa que Fausta portaba en su vagina, sello final de su viaje interior de madurez y superación de los miedos del pasado. Por cierto, en el Perú la voz “papa” denomina no solo al tubérculo, sino también a la vagina de la mujer (“quiero probar tú papa” alude a tener sexo con una mujer determinada, aunque también a practicarle el sexo oral), por lo que tiene una riqueza significativa doble: el germinar de la papa es el germinar de su femineidad, de ser mujer, una vez que ha superado sus miedos atávicos y “recobrado” su alma.
Relacionado con lo anterior, otro elemento significante es la sangre que le chorrea en finos hilos de la nariz a Fausta en el momento menos esperado. Es la sangre de la menstruación que reclama por salir al estar “tapada” la vagina con el tubérculo, es el grito de su cuerpo interno diciéndole que debe asumir su condición de mujer.
Igual riqueza simbólica tienen las perlas del collar, relacionadas con los granos de quinua de la canción de la sirena, solo que esta vez se trata de burlar a la sirena encarnada en Aída (que sería como burlar a Mefistófeles) a fin de birlarle las cuentas del collar al incumplir con la palabra empeñada (“el pacto con el demonio”) y apropiarse de las canciones de la protagonista sin pago alguno (la escena del “robo” de las perlas por parte de Fausta es poco convincente, le faltó mayor desarrollo dramático).

Las dualidades también se encuentran presentes. La madre muerta y embalsamada está en la casa donde se produce una fiesta (que es la vida) por el matrimonio de la hija del tío de Fausta, aparte que él se dedica a organizar fiestas matrimoniales, que es el gozo por excelencia contra la tristeza y melancolía de la muchacha. La tristeza de Fausta se contrapone a la alegría de la prima por su próximo matrimonio. La esterilidad creativa de Aída versus la creatividad de las canciones de Fausta (o si se quiere la musicalidad académica agotada de la primera contra la espontaneidad creativa musical de la protagonista, ratificando el dicho vallejiano “todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él”). Las creencias andinas versus la “cientificidad” del médico de la posta que no cree en el mito de “la teta asustada” cuando le es explicado por el tío de Fausta. El quechua como lengua que comunica lo más profundo del alma (dolores y tristezas incluidas) contra el castellano que sirve para comunicarse con los citadinos.
(Dicho sea de paso, la película no tendría el interés despertado ni suscitaría esas emociones intensas sin la extraordinaria actuación de la joven actriz Magaly Solier que se compenetra con su personaje).

Es cierto que la autora tiene una visión del universo andino desde su posición occidental y urbana. Pero, en ningún momento es peyorativa o denigrante con ese universo, ni mucho menos es racista, sino que cuestiona la idealización romántica (“la utopía arcaica”) que de ese mundo ha hecho la literatura de Occidente (desde Garcilaso y su visión idílica del pasado pre colonial, pasando por el mito del “socialismo de los incas” que tanto fascinó a José Carlos Mariátegui, hasta los neo indigenistas contemporáneos que hablan de “la raza andina”), destruyendo esa visión desde sus propias bases como hizo en Madeinusa, donde resalta la maldad, atraso y perversión de los lugareños los días de semana santa cuando “Dios ha muerto” (aclaramos –debido a lo leído en algunos comentarios- que la bacanal de semana santa narrada en Madeinusa no es una práctica común andina, sino obedece al imaginario de la directora). Desde ese punto de vista de la realizadora no existe más “salvación” que “occidentalizar” al hombre del ande, incorporarlo a la “modernidad”. Esa misma visión la ratifica en La teta asustada y si bien es una visión polémica, es totalmente respetable (faltaría en contraposición una “visión andina” de algún realizador que se autoproclame indigenista –o siquiera nacionalista-). Fausta “recupera” su alma al incorporarse a la vida urbana (se convierte en “ciudadana” en el sentido más profundo del término desde la óptica político liberal) y cumplir el reto de conseguir las perlas para poder enterrar a la madre, con lo que entierra su pasado de infancia quechua (“el duelo” que permite liberarnos del pasado), y poder vivir así una vida liberada (los sicoanalistas tienen un rico filón en analizar la película, existen muchas claves que permiten una lectura en ese sentido).

Existe también un discurso femenino en ambas películas que resalta la personalidad decidida de la protagonista central al enfrentar su destino adverso y salirse de los “carriles” que la sujetan a una cultura tradicional: Madeinusa logrando fugar del pueblo donde el padre la quiere poseer como mujer e irse a la capital (de nuevo la ciudad y lo que ella implica); Fausta consiguiendo enterrar a la madre –y por ende el pasado- e iniciando así una vida nueva, una vez “recuperada” su alma. Ese discurso femenino (nos atrevemos a decir incluso un discurso areligioso) está relacionado también con la modernidad e individualización, tal como lo propone Occidente: No existen los destinos escritos previamente, cada uno se lo hace.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


LA TETA ASUSTADA
Dir. y guión: Claudia Llosa
c/ Magaly Solier (Fausta), Susi Sánchez (Aída), Efraín Solís (Noé), Marino Ballón (Tío Lúcido), Antolín Prieto (Hijo de Aída)
Perú, España/2009/Drama***/Estrenos

martes, marzo 17, 2009

FROST/NIXON


Ron Howard es un realizador bastante “opaco”, por lo general filma con un estilo soporífero, salvo una que otra excepción por allí cuando se encuentra inspirado. Una de ellas es Frost/Nixon, muy buena puesta en escena sobre la histórica entrevista que realizó en 1977 el entrevistador David Frost al ex presidente Richard Nixon.

Nixon, pocos años antes se había visto obligado a renunciar a la presidencia por el escándalo Watergate, logrando el perdón de su sucesor, el presidente Gerald Ford, por “las ofensas” causadas a la Nación. El sector liberal norteamericano se sentía defraudado, dado que esperaban Nixon pase al banquillo de los acusados y responda por las graves acusaciones en su contra, por lo que ven la entrevista como una suerte de “juicio mediático” contra el ex presidente, asesorando al entrevistador con preguntas comprometedoras sobre la participación de EEUU en la guerra de Vietnam (que había terminado poco tiempo atrás en una lastimosa derrota para los norteamericanos), así como el célebre escándalo que lo obligó a dimitir. Nixon tenía muchas acusaciones que pesaban en su contra.

La puesta en escena tiene dos partes bien marcadas. La primera hora se refiere a los preparativos de la entrevista: las negociaciones con Nixon (vemos un Richard Nixon bastante interesado en la parte lucrativa de la entrevista), la búsqueda de “sponsors” por parte del entrevistador, así como el reclutamiento de los investigadores expertos en el periodo político del ex presidente. La segunda parte es propiamente la entrevista, donde un David Frost (entrevistador británico de talk shows) está a la altura del político cazurro y hábil para salir de las preguntas incómodas. Es “un duelo de titanes”, en un contrapunteo tenso, nervioso, afiebrado, sin ganadores ni perdedores, saliendo al final el lado humano del ex presidente al reconocer los errores que cometió. Ese contrapunteo hubiese sido imposible sin las notables actuaciones de Frank Langella como el ex presidente y Michael Sheen como el afanoso entrevistador. Al final entrevistador y entrevistado se conocerán un poco más y por ende se respetarán más allá de sus diferencias.

Frost/Nixon es una de esas sorpresas gratas que entran a la cartelera sin mucho ruido pero con bastante sustancia.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


FROST/NIXON
Dir.: Ron Howard
Guión: Peter Morgan, basado en su obra de teatro
c/ Frank Langella (Richard Nixon), Michael Sheen (David Frost), Kevin Bacon (Jack Brennan), Rebecca Hall (Caroline Cushing)
EEUU,UK/2008/Thriller***/Estrenos

jueves, marzo 12, 2009

RECORDANDO A STANLEY KUBRICK A DIEZ AÑOS DE SU MUERTE


Si en alguien encajó la manía por el perfeccionismo fue en Stanley Kubrick, a tal punto que sus últimos proyectos fílmicos demoraba años llevarlos a la pantalla por la supervisión del mínimo detalle de la pre-producción. Ya no hablemos del rodaje que duraba meses y hacía repetir a sus actores una y otra vez la misma escena hasta el cansancio, y la pos-producción supervisada por él mismo, hasta las copias a ser exhibidas. Fue el precursor del uso de la “steady cam” con la que filmó los travellings de El Resplandor; pero, sobretodo de un puñado de buenas películas, dentro de la que sobresale 2001: la odisea del espacio, “la catedral de la ciencia ficción”, quizás su mejor película. Tampoco podemos olvidar La naranja mecánica, “distopía” sobre la violencia en un futuro no muy lejano.

Se ha dicho que sus películas eran en el fondo alegorías sobre el capitalismo, afirmación que Kubrick jamás desmintió, pero tampoco lo confirmó, en todo caso es una forma de verlas. Generalmente las buenas películas admiten varias lecturas y a veces ni el realizador es conciente de ello. Ahí está Espartaco, que si bien fue una película “de encargo” y a la medida de Kirk Douglas, no deja de “leerse” como la lucha de clases entre los ricos patricios y los desposeídos; o la genial sátira contra el militarismo en plena guerra fría que fue Doctor Strangelove.

A quien le guste el buen cine tiene una veta inagotable en las películas de Kubrick. Ahora que se cumplen los diez años de su partida vale la pena verlas de nuevo.

Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es

martes, marzo 10, 2009

CHE, EL ARGENTINO


La figura icónica por excelencia del revolucionario y justiciero social en los años 60 fue indudablemente Ernesto “Che” Guevara, cubriéndolo con el tiempo un aura de romanticismo e idealismo en torno a su figura. De allí que Hollywood tarde o temprano iba a tomar al personaje como referente filmable, gracias a esa figura mística que ganó por su prematura muerte (de haber envejecido como Fidel no habría resultado tan interesante). Diarios de motocicleta (2004), con Gael García en el protagónico, fue un intento de retratar al joven Che en su periplo por América Latina, viaje de formación que servirá para confirmar sus ansias de justicia social.

Hasta donde conocemos el proyecto de El Che se debe al actor Benicio Del Toro, quien funge aparte de actor principal como productor del filme y mostró interés en llevar a la pantalla la vida del revolucionario argentino, encontrando una feliz coincidencia con el realizador Steven Soderbergh. Proyecto arriesgado al estar hablada la película en español, tomando en cuenta el etnocentrismo de los norteamericanos que los hace proclives a ver filmes hablados en inglés.

El escollo más grande era cómo retratar la figura del legendario revolucionario. Se podía caer en la hagiografía, es decir, en el retrato agigantado de virtudes excelsas y nulos defectos (suerte de santo laico), o en el sesgo ideológico a favor o en contra de las ideas y accionar del personaje. Felizmente esos escollos son sorteados y el retrato se acerca a un tono objetivo casi neutro, para lo cual ayuda bastante el estilo cuasi documental en que es narrado, intercalando escenas en blanco y negro de su intervención en el asamblea de la ONU, con escenas a color de la lucha armada iniciada en Sierra Maestra (respaldado por la mimetización actoral de Benicio Del Toro con el personaje histórico). En los intersticios podemos ver rasgos de la personalidad del Che: cierta megalomanía y narcisismo, pero también responsabilidad con los suyos y rigidez en los valores morales (la escena de la ejecución de los desertores violadores es bastante elocuente, así como una de las escenas finales en que ordena regresar a soldados rebeldes que iban a La Habana en un carro robado a las fuerzas de Batista). También la dosis de acción plasmada en los combates con el ejército del dictador cubano permite que la atención no decaiga y se vea como una película bélica, eliminando los tiempos muertos, para los que no están interesados en la parte biográfica. Naturalmente que los seguidores de la biografía del Che quedaran satisfechos con la presencia no solo del protagonista principal, sino del propio Fidel, su hermano Raúl, de Camilo Cienfuegos, de los hombres que estuvieron en la hora primera de la revolución. La primera parte concluye con la toma del poder por “los barbones” en Enero de 1959.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


CHE, EL ARGENTINO [Che: Part One]
Dir: Steven Soderbergh
Guión: Peter Buchman, basado en las memorias de Ernesto 'Che' Guevara
c/ Benicio Del Toro (Ernesto Che Guevara), Demián Bichir (Fidel Castro), Rodrigo Santoro (Raúl Castro)
Fra, España, EEUU/2008/Biopic***/Estrenos

viernes, marzo 06, 2009

QUISIERA SER MILLONARIO


Lo que primero me llamó la atención fueron los escenarios: si no sabes que ocurre en Bombay, se puede pensar que son las calles de Lima. Existe una marcada intención de registro realista, cuasi documental de lo que sucede en ese ambiente social: las luchas religiosas, la explotación de la mendicidad por mafias organizadas, la violación de los derechos y la aplicación de tortura a un detenido cuando es pobre, las marcadas desigualdades sociales, la sobrevivencia de unos niños en abandono total (registro que precisamente causó la incomodidad de ciertos intelectuales y funcionarios hindúes). Ese registro se emparenta mucho con el que hizo Dickens en sus novelas de la Inglaterra victoriana del siglo XIX, la del capitalismo salvaje y explotación humana inmisericorde.
Es lo más importante de la película en cuanto al contenido.

En cuanto al tratamiento fílmico es de destacar el manejo del suspenso, lo que hace mantener al espectador al filo del asiento las dos horas que dura la película. Al tratarse de un concurso de preguntas y respuestas, el manejo del tiempo que crea un suspenso de segundos pero que parecen minutos por conocer si se equivocó o no el protagonista (así como el antagonismo con el presentador del concurso, quien evidentemente desprecia a Jamal). Igual sucede en las escenas de su vida pasada que explican por qué conoce también las respuestas siendo un muchacho de escasa sino nula educación. Esa es la parte más atrayente de la historia y que nos va contando el deambular de este chico por las calles de Bombay.
Por cierto, el cierre con el número musical obedece a que el realizador se ha inspirado en las películas de “Bollywood” que tienen de todo: comedia, drama, números musicales y en el centro una historia de amor, de esos amores difíciles, cuasi imposibles y con final feliz para la pareja. La estructura de Slumdog Millionaire (en una traducción libre algo así como “Vagabundo millonario”) es muy similar a esas películas de consumo masivo en la India.

Si bien no es lo mejor de Danny Boyle (tiene otras cintas de mayor interés como Trainspotting), pero tampoco la podemos menospreciar por “haber ganado el Oscar”. La película está bien hecha, de eso no cabe duda. Es una película emotiva que se gana al espectador gracias a un buen manejo de los recursos cinematográficos. Descalificarla de “exotismo” o de querer vender una imagen de pobreza, más parecen argumentos ex post que propiamente una opinión sobre los valores intrínsecos del filme, que los tiene.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


QUISIERA SER MILLONARIO [Slumdog Millionaire]
Dir.: Danny Boyle
Guión: Simon Beaufoy, basado en la novela de Vikas Swarup
c/ Dev Patel (Jamal K. Malik), Freida Pinto (Latika), Anil Kapoor (Prem Kumar)
UK/2008/Drama***/Estrenos

martes, marzo 03, 2009

VICKY CRISTINA BARCELONA


Metáfora sobre el amor y la tumba que representa el matrimonio para este. El ser humano se debate entre “el loco amor” como el de Juan Antonio y María Elena, y las relaciones más insípidas y convencionales como las de Vicky y Doug; y cuando estas se vuelven mortalmente aburridas se busca sustitutos que hagan más llevadera la vida; mientras que Cristina va en busca de lo inasible, de la insatisfacción permanente. En el fondo, las dos amigas representan los extremos que se tocan. Mientras que Vicky navega en aguas seguras y previsibles, a Cristina le encanta la novedad de las tormentas, hasta que se aburre de estas. Opus mejor logrado de Woody Allen que el anterior, Cassandra's Dream, con una buena estructura y mejor desenlace. Por cierto, Penélope Cruz está muy bien. No solo físicamente, sino en el desempeño actoral.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es