Cosmópolis es una película que no deja
impávido al espectador: o gusta o no gusta. Es un filme que no mantiene tibio a
quien lo visiona, pese a su aparente naturaleza gélida en la que se desarrolla
la trama.
Eric Packer es un yuppie cuya fortuna
se debe a la especulación en la bolsa. Transita en una enorme limosina de un
extremo al otro de un Nueva York futurista, en un día especialmente complicado
por la visita del presidente a la ciudad. Lo único que quiere Eric en ese día
es cortarse el cabello con su peluquero favorito, para lo cual deberá cruzar
una ciudad de marcados contrastes entre pobres y ricos, encontrándose en el
camino con personajes de distinto pelaje, incluyendo manifestantes anarquistas
(que nos remiten inmediatamente a los indignados que sacuden Europa y EEUU con
sus protestas), pasando revisiones médicas en el enorme auto-mansión o teniendo
sexo ocasional con alguna amiga.
Ese es el itinerario de Eric que
veremos a lo largo de los 110 minutos. No existen picos dramáticos, ni
suspenso, ni nada especial, salvo el final que hace prever el fin del
protagonista en algún callejón oscuro, y su también evidente ruina, pero ni
siquiera eso lo inmuta. Estamos ante un tipo que se aburre de si mismo y de su
entorno, que busca emociones fuertes que “lo sacudan”. Pero Eric también es un
representante del capitalismo especulativo, dominante en el mundo actual, que
puede hacer fortunas en pocos minutos, así como derrumbarlas; por lo que -como
acertadamente alguien anotó en un blog-
Pattinson representa a un vampiro, como en Crepúsculo, pero un vampiro
moderno, que se nutre de la sangre -o mejor dicho el dinero- de los otros. Es
un vampiro más peligroso que el interpretado en la conocida saga juvenil.
Crítica del capitalismo, sí. Crítica
al modo de vida hedonista de consumismo desaforado, también. Crítica
existencial del sin rumbo del ser humano en esta era post moderna, igualmente.
Cosmópolis, gracias a su casi descontextualización, permite esas y muchas otras
lecturas. Es el filme más abstracto de David Cronemberg y por eso uno de los
más incomprendidos. Si en Un método
peligroso, su filme anterior, pecó de no arriesgar, de quedarse en lo
epidérmico; en Cosmópolis se ha ido
al extremo opuesto, casi de un cine experimental, que no deja satisfecho al
espectador, que lo obliga a estar atento, a extraer sus propias conclusiones, a
no darle nada “digerido”
Solo por eso vale la pena apreciarlo.
Eduardo
Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
COSMÓPOLIS
Dir. y Guión: David Cronenberg, basado
en la novela de Don DeLillo
c/ Robert Pattinson (Eric Packer),
Sarah Gadon (Elise Shifrin), Paul Giamatti (Benno Levin), Juliette Binoche
(Didi Fancher)
Canadá,Francia/2012/Drama****/Estrenos