lunes, abril 28, 2008

LUZ SILENCIOSA


Luz silenciosa es una película atípica. No hay acción, mayormente predominan los tiempos muertos, y encima al final se presencia un milagro de resurrección, sin ser propiamente una película religiosa.

La trama de Luz silenciosa gira en torno a un triángulo amoroso, solo que a diferencia de otros tantos, el drama está más bien relacionado con el remordimiento de conciencia que sufren los trasgresores ante la incapacidad de frenar su pasión y el perjuicio que causan al tercero. Por eso Johan se pasa llorando toda la película, impotente ante esa lucha interna entre el placer por “el fruto prohibido” y su responsabilidad ante la esposa y sus hijos. A nosotros nos puede parecer ridícula su actitud, pero ubicada en el contexto social y religioso del personaje central (en una comunidad menonita), no tanto.

Filme religioso sin serlo explícitamente, donde la religiosidad se encuentra expresada en la naturaleza y en las turbaciones que aquejan a los personajes (para el padre de Johan el causante de la desgracia de su hijo es el diablo, para él se trata más bien de una prueba de Dios). Precisamente la naturaleza es el actor oculto o implícito que está allí siempre, así como el tiempo que trascurre implacable muy al margen de las tribulaciones de los hombres que en vano quieren detenerlo (ver la secuencia en que Johan quiere “parar el tiempo” deteniendo el reloj de pared). La vida es efímera y nuestros desvelos y afanes no son nada frente al cosmos que lo abarca todo (el filme se abre y se cierra con tomas contemplativas del inicio y el fin del día, en un eterno ciclo de comienzo y fin, suerte de rueda del tiempo, cosmovisión de muchas culturas antiguas, incluyendo la Maya).

Celebración panteísta de la vida, pero también divina, de piedad pero asimismo de gozo, de vida y de muerte, de placer y de remordimiento, de los opuestos que conforman el trascurrir de la existencia y el cosmos.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


LUZ SILENCIOSA [Stellet licht]
Dir y guión: Carlos Reygadas
c/ Cornelio Wall Fehr (Johan), Miriam Toews (Esther), María Pankratz (Marianne), Peter Wall (padre), Elisabeth Fehr (madre)
Méx,Fra,Hol/2007/Drama/Estrenos

miércoles, abril 23, 2008

EXPIACIÓN


Expiación es una película interesante y que fue ninguneada por cierta crítica local cuando fue su estreno. Suerte de “caja china” de sorpresas que sabremos solo al final.
Estamos en la Inglaterra de los años 30, en vísperas de la segunda guerra mundial. Todavía las clases sociales son rígidas e impiden la movilidad social. Es un verano caluroso y en una casa de campo sucederá un hecho que cambiará las vidas de los directamente involucrados.
Metáfora del eterno dilema entre realidad y ficción, o de cómo la ficción puede “sustituir” a la realidad, Expiación trata –entre otras lecturas- sobre las compensaciones que la ficción puede conceder a la realidad, cuando esta es torturante y no nos deja en paz, como le sucede al personaje de Briony, escritora en ciernes que acusa sin fundamento a un joven que trabaja en su casa de violación a una menor. Ese hecho marcará definitivamente su existencia, tratando de buscar la expiación a sus culpas a través de la última novela que escribe (la escena donde con fruición se lava las manos es síntoma de la “limpieza” de la culpa que quiere exorcizar).

De las tres partes que contiene el filme, la mejor es la primera, tanto en intriga, en drama, en atmósferas, recreación de época y en ser el “disparador” de lo que vendrá después. El sonido de fondo del tecleado que escuchamos reiteradamente a lo largo de la película, es la máquina de escribir de Briony escribiendo su novela de “expiación” de aquella –ya lejana- culpa de juventud que la perseguirá toda su vida.

Es un placer ver a Vanessa Redgrave siquiera en un corto papel interpretando a la protagonista principal ya anciana y novelista famosa, que en entrevista revela la verdad de lo que sucedió y la deuda que tiene con los personajes muertos y en cómo quiere saldarla. Su enfermedad, suerte de Alzheimer, es quizás un bálsamo para la tortura en que vivió desde aquella tarde calurosa de verano de hace muchos años (incluso podemos especular que la pérdida de memoria que adolece al final de sus días sea “buscada” por ella misma para aliviar así sus culpas). Son las deudas que nos cobra la vida.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


EXPIACIÓN [Atonement]
Dir: Joe Wright
Guión: Christopher Hampton; basado en la novela de Ian McEwan
c/ Keira Knightley (Cecilia Tallis), James McAvoy (Robbie Turner), Saoirse Ronan (Briony Tallis con 13 años), Romola Garai (Briony Tallis con 18 años), Vanessa Redgrave (Briony Tallis anciana)
UK/2007/Drama***/Estrenos

viernes, abril 18, 2008

EL ORFANATO


Las películas de terror tienen la vertiente de las “casas embrujadas”, es decir hechos sobrenaturales que suceden en casas donde ha pasado algo terrible, generalmente asociado a uno o varios asesinatos o muertes espantosas, cuya repercusión afecta a los nuevos moradores, casi siempre desconocedores de lo que sucedió en el pasado. La casa, por cierto, debe ser antigua, de esas con grandes puertas que chirrían y ubicada en un lugar desolado.

El último experimento español con esos ingredientes y con gran éxito de taquilla fue la conocidísima Los otros (2001), filme internacionalizado gracias al patrocinio y actuación de Nicole Kidman, muy interesada en el papel central a fin de darle a su carrera un giro dramático (que lo consiguió, su performance es notable) más allá de los papeles insulsos que había protagonizado hasta ese momento.
El orfanato ha querido repetir el éxito internacional que significa colocar un filme español en Hollywood y de allí repercutir a los demás países, consiguiendo una distribuidora internacional que se haga cargo. Y como que lo ha conseguido, rompiendo taquillas donde se ha estrenado. Pero, el resultado dista mucho del filme de Amenábar, mucho más consistente, interesante y con recreación de atmósferas hasta el final.

Efectivamente, El orfanato se basa en “elementos sorpresa” bastante manidos que “asusten” al público como la mano de la muerte atropellada (Benigna) que sostiene fuertemente el brazo de Laura, o los ruidos misteriosos de la casa, buscando una explicación lógica o sobrenatural. Concebida como un juego infantil (hay que buscar el “tesoro” y la clave para encontrarlo) la película se sostiene en la sólida actuación de Belén Rueda como la desesperada madre que busca a su hijo. Prácticamente está en todas las secuencias de la película, así que una actuación floja o deficiente habría hecho naufragar el proyecto.

El orfanato se deja ver, sobretodo para los aficionados a los filmes de terror. Solo eso.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


EL ORFANATO
Dir: Juan Antonio Bayona
Guión: Sergio G. Sánchez
c/ Belén Rueda (Laura), Geraldine Chaplin (Aurora), Fernando Cayo (Carlos), Roger Príncep (Simón), Montserrat Carulla (Benigna), Edgar Vivar (Balabán)
España/2007/Terror***/Estrenos

martes, abril 15, 2008

EL ASESINATO DE JESSE JAMES POR EL COBARDE ROBERT FORD


Esto sí es lo que se llama caer a lo grande. Filme pretensioso, de un esteticismo gratuito y con un ritmo lento que hace dormir al más duro, amén de las consecuencias del metraje excesivo de casi tres horas –dicen que la versión original duraba más de cuatro-.

La película narra a modo de documental los últimos meses en la vida del famoso bandolero Jesse James, cerrando con un epílogo trágico de quien lo asesinó. Pero, tratándose de diferenciar de otros westerns, donde prima la acción y los tiroteos, en El asesinato… priman los tiempos muertos, la inacción, el anti-clímax, regodeándose el realizador en un esteticismo banal y vacío de contenido.

Nos presenta a un asaltante acorralado, angustiado, inseguro, que elimina a sus propios compinches por temor a la delación, con un anti-héroe de doble vida (el hogar donde no saben siquiera su verdadero nombre y los asaltos) que sabe cuál es su destino final y de cierta manera lo coadyuva. Western crepuscular o anti-western muy distante a la saga épica o romántica del género, más en un tono decadente, como el de la época que describe que en uno elegíaco. Balada triste, lánguida de un tiempo irremediablemente enterrado en el pasado. Si bien las actuaciones son parejas, destaca sobretodo Casey Affleck como el que se hizo famoso por acabar con la vida del famoso asalta trenes. La personalidad de Robert Ford está muy bien trabajada, dándole el justo tono el joven Casey.

Esperemos que con este intento no se entierre definitivamente a un género que conoció épocas mejores.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


EL ASESINATO DE JESSE JAMES POR EL COBARDE ROBERT FORD
[The assassination of Jesse James by the coward Robert Ford]

Dir y guión: Andrew Dominik, basado en la novela de Ron Hansen
c/ Brad Pitt (Jesse James), Casey Affleck (Robert Ford), Sam Shepard (Frank James), Mary-Louise Parker (Zee James), Paul Schneider (Dick Liddil)
EEUU/2007/Western***/Estrenos

sábado, abril 12, 2008

LEJOS DE ELLA


Al tratar la historia de un personaje con enfermedad de Alzheimer (puede ser también el cáncer, el Sida o cualquier enfermedad incurable) se corre el riesgo de caer en el melodrama fácil y llorón. “Se está muriendo” o ya no se acuerda de nada (que es más o menos lo mismo que morir), es ir directo hacia la exacerbación de los sentimientos y ganarnos el personaje por la lástima que el espectador siente. Por ejemplo, en Historia de amor (Love Story, 1970), al final de la proyección toda la platea lloraba junto a Ryan O’Neil por la pérdida irreparable de Ali Mc Graw.

Sarah Polley (actriz venida a la realización) logra superar ese escollo en su primer largo. En principio nada nos llama a lástima en el personaje de Julie Christie. Fiona -antes de perder totalmente la memoria- se percibe como una mujer independiente, que ha sabido con inteligencia mantener un matrimonio por más de cuarenta años con Grant, un profesor universitario jubilado, de quien pasó por alto las infidelidades con sus alumnas y en correspondencia él ha mantenido una relación estable, convirtiéndose con los años más en compañeros o amigos inseparables.
Es así que en pocos trazos nos enteramos del pasado de ambos, igual que de la personalidad de Fiona, quien decide por propia voluntad internarse en un centro médico especializado para personas aquejadas con el terrible mal, teniendo el filme dos partes bien marcadas: antes del ingreso al hospital y las consecuencias que genera el internamiento de Fiona; y, la segunda parte de la película que evita todo recurso fácil para ganarse al público y enfoca el progresivo deterioro de la protagonista con un distanciamiento que no permite caer en la sensiblería barata. Igual, la protagonista sigue siendo independiente, a pesar de la enfermedad, consigue nuevos amigos y revive un supuesto viejo amor (Aubrey), dejando en un segundo lugar de importancia a su esposo.

Justamente las tribulaciones las vemos más desde el lado de Grant: la decisión tomada contra su voluntad de internar a su esposa, del relegamiento a que se ve sometido por esta, y de cómo va formando una unión con la esposa de otro paciente internado también por Alzheimer (la relación entre Grant y Marian –esposa de Aubrey- ocurre en un tiempo posterior al internamiento de Fiona y la degeneración progresiva de su enfermedad), una suerte de compañía y comprensión en el sufrimiento mutuo (los que conozcan algo de esta enfermedad sabrán que más sufren los parientes que el propio paciente) hasta la resolución final (que, por si acaso, no termina en la muerte de la protagonista).

Los paisajes también juegan un papel importante: desolados, desérticos, como la memoria de Fiona desvaneciéndose, y en especial la presencia de la nieve, blanca como la memoria que se va borrando.
Lejos de ella es un filme interesante, que se mantiene con una trama bien trabajada y sobretodo actuaciones sólidas y parejas (muy en “la escuela británica”), donde resalta Julie Christie (Darling, Doctor Zhivago, Fahrenheit 451) con una extraordinaria performance que en honor a la verdad le debió merecer el Óscar mucho más que a la mimética y sobrevalorada Marion Cotillard.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


LEJOS DE ELLA [Away from her]
Guión y dir.: Sarah Polley, basado en el relato "The bear came over the mountain" de Alice Munro
c/ Julie Christie (Fiona Anderson), Olympia Dukakis (Marian), Gordon Pinsent (Grant Anderson), Michael Murphy (Aubrey)
Canadá/2006/Drama***/Estrenos

miércoles, abril 09, 2008

CHARLTON HESTON

Cuando mi comentario sobre Ben Hur estaba listo y posteado, luego que muy pocos días atrás había vuelto a ver esta buena película, me llega la noticia del fallecimiento de Charlton Heston.

Perteneciente al sistema de las grandes estrellas del Hollywood clásico, propiamente no era un gran actor, pero poseía lo que Armando Robles Godoy denomina “presencia”. Esos actores como John Wayne, Clark Gable y el propio Heston, que les bastaba con pararse frente a la cámara. Su cuerpo atlético, bien configurado, su “buen ver” y rasgos típicos de WASP (White anglo-saxon protestant) le abrieron las puertas del cine.

Actuó en infinidad de películas (55 días en Pekín, Marabunta, Los 10 mandamientos, Ben Hur, El Cid); pero, personalmente me quedo con una, El planeta de los simios (1968). Película concebida como de “serie B”, le insufló a su personaje un aliento shakesperiano trágico: escéptico ante la especie humana, duda de la existencia de cualquier ser divino que haya creado una raza tan abyecta y destructiva, se inscribe de voluntario en la misión espacial un poco para alejarse de este mundo. La escena final con la estatua de la Libertad derribada le concede la razón sobre la estupidez de la especie: “Lo hicieron, malditos, lo hicieron” clama impotente y desolado, cerrándose trágicamente así esta estupenda película de corte apocalíptico.

Tipo conservador, más cercano a los republicanos (era muy amigo de Ronald Reagan), Charlton Heston fue presidente de la Asociación Nacional del Rifle, que defiende el derecho de todo norteamericano a armarse como si estuviese en el lejano oeste. Michael Moore le hizo una notable entrevista sarcástica en Bowling for Columbine. Quiero imaginar –solo imaginar- que el deterioro que produjo en su mente la penosa y progresiva enfermedad que le iba borrando la memoria poco a poco, le hacía confundir realidad con ficción, y el buen Charlton confundía las películas donde había actuado y en las que hundía hasta la empuñadura del cuchillo o disparaba su escopeta hasta agotar las últimas balas contra todo indio, chino, gángster o villano que tuviese enfrente con la vida real, que casi siempre es más compleja que los filmes.

Quizás para él, al final de sus días, la vida era una gran película que estaba rodando con el gran Cecil o el notable Wyler. Descansa en paz.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es

viernes, abril 04, 2008

REVISITANDO BEN HUR

Después de muchísimos años he vuelto a ver Ben Hur, un poco por la semana santa, cuando siempre lo retransmiten. En la memoria tenía un filme lento, largo, pesado, que apenas se salvaba por la emocionante carrera de cuádrigas, amén que había iniciado en la juventud un proceso de alejamiento de mi iglesia nodriza y la película me guardaba un sabor a las historias consabidas de la vida de Jesús; por lo que trataba de evitarlo. Revisitando Ben Hur veo que mi memoria guardaba un retrato poco fiel. Es una cinta interesante, no solo un “cuento cristiano” como dice el subtítulo, sino la recreación de toda una época con personajes ricos en matices.

Por ejemplo, en la relación de Ben Hur con su amigo de la infancia Messala se especulaba que existía una relación homosexual entre ambos o por lo menos una atracción expresada en las miradas cruzadas al inicio del filme, cuando los dos amigos se reencuentran luego de muchos años. La verdad que no he podido encontrar nada de eso. Los defensores de la tesis podrán alegar que por la censura de la época no se podía ir más allá. De repente, pero yo no encontré nada de miradas lujuriosas o por lo menos cómplices o furtivas; lo que sí, en cambio, encontré en una película casi coetánea a Ben Hur, como Lawrence de Arabia (David Lean,1962), donde el realizador dibuja explícitamente una personalidad homosexual y narcisista del personaje central, el cual se sentía atraído por los jóvenes árabes que reclutaba para su sueño romántico de una Arabia unida y libre.

Lo más interesante –aparte de la memorable carrera- me pareció la travesía o viaje interior que realiza Judah. Desde el inocente joven al inicio del filme, que vive con su madre y hermana, prendado de la hermosa Esther, hija de su mayordomo, que víctima de la manipulación de Messala descenderá al infierno del odio y el ánimo de la venganza al verse acusado injustamente, sufrir por el encarcelamiento de su familia y confiscadas sus propiedades, odio y venganza que lo mantienen vivo en las galeras. De allí pasará a un estadio “mundano” cuando es adoptado por el Cónsul Arrius en agradecimiento por haberle salvado la vida, beneficiándose del lujo y los placeres sensoriales que brinda Roma –estadio al que corresponde la carrera de cuádrigas que expresa el ego, todavía no desprendido, de Ben Hur- hasta el estadio final que corresponde al perdón y a dejar de lado el espíritu de revancha, gracias al mensaje de Cristo, con quien se encuentra en algunos pasajes importantes de su vida. Es el estadio liberador del alma y el vivir reconciliado y en armonía consigo mismo.
Gracias a ese viaje interior, Judah recorre un camino en espiral. Vuelve a la bondad e inocencia de los inicios, pero enriquecido por el mensaje de Cristo. La dialéctica presente.

Precisamente en la imagen de Cristo se evita la grandilocuencia en la que comúnmente desbarrancan los filmes que abordan la vida del Mesías. A Cristo más “lo sentimos” que vemos propiamente. Nunca es presentado de frente o en primer plano, sino que su presencia es resaltada a través de fragmentos (unas manos que dan agua o acarician el pelo), de espaldas o a lo lejos. Con esos recursos magnifican su presencia, al sentir –debido a nuestro imaginario cultural- que estamos ante la presencia de “Él”, como el soldado romano que arrojando el cucharón de agua que Jesús le proporciona a Ben Hur en su camino a las galeras, al verlo cara a cara, por la expresión de su rostro sabemos se siente impotente ante esa presencia omnímoda, sin saber qué hacer para salir de la situación embarazosa en que se encuentra, conociendo nosotros que la causa es por estar frente al Mesías. O cuando Ben Hur lo mira cara a cara y siente una gran paz reflejada en su rostro, enfocado en primer plano. Al “sentir” la presencia de Cristo más que verlo, el sentimiento de magnificencia opera en nosotros, porqué sabemos se trata del Redentor, sin necesidad de que éste haga milagros (que si los hace) o aparezca como una imagen de estampita religiosa o con un discurso solemne y aburrido extraído de las sagradas escrituras, como tantas veces hemos presenciado en las cintas sobre su vida.

Como el subtítulo lo anuncia, Ben Hur es un cuento cristiano, aleccionador, de fábula, pero realizado con mucha inteligencia y paradójicamente por un director que era de origen judío.
Hasta donde tengo entendido fue un trabajo “de encargo” para el realizador William Wyler, pero como sucede con los realizadores de talento, impregnaba su yo al filme, convirtiendo lo que pudo ser un mamotreto denso y pesado en una obra de clase que hasta ahora pervive, y demostrando una vez más que cine comercial y calidad no están reñidos, cuando se hace las cosas con inteligencia y cuando se le insufla ese soplo creativo que logran solo las grandes obras maestras.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


BEN HUR [Ben-Hur: A Tale of the Christ]
Dir: William Wyler
Guión: Karl Tunberg, basado en la novela del General Lew Wallace
c/ Charlton Heston (Judah Ben-Hur), Jack Hawkins (Quintus Arrius), Haya Harareet (Esther), Stephen Boyd (Messala), Hugh Griffith (Sheik Ilderim), Martha Scott (Miriam), Cathy O'Donnell (Tirzah), Sam Jaffe (Simonides), Finlay Currie (Baltasar/ el Narrador), Frank Thring (Poncio Pilatos), Terence Longdon (Drusus), George Relph (Tiberius Caesar), André Morell (Sextus)
EEUU/1959/Drama histórico***/Películas del ayer

martes, abril 01, 2008

LA VIDA EN ROSA


Las biopic (biografías de personajes célebres llevadas al cine) pueden caer en la tentación de la grandilocuencia, es decir retratar casi como un santo laico al biografiado y por lo tanto tender al acartonamiento, a la frase solemne, a que estamos “ante” el personaje. Es el principal error que se puede cometer al llevar una biografía al cine.
El otro extremo son las biografías que recrean al personaje y/o al tiempo en que vivió, dándonos una arista inusual del biografiado o de la época y sociedad que le cupo en suerte. Son las biopic “creativas”, más toman al personaje de modelo o excusa para algo que nos quiere decir el realizador. Ejemplo de este filón son las biopics que puso en escena Milos Forman: Amadeus (1984) sobre la vida de Mozart; El lunático (1999) acerca del comediante Andy Kaufman; Larry Flynt (1996) sobre el pornógrafo más famoso de Norteamérica; manteniendo una constante: la originalidad del personaje contra su medio (musical, televisivo o social) que es marcadamente conservador, velador del statu quo y que trata de eliminar todo lo que sea novedad. En esa lucha permanente, tensa, entre la persona sui generis que se sale de los cánones tradicionales y el medio que trata de aplastarlo, es donde se va desarrollando el argumento, dando la sensación de apreciar algo “nuevo” sobre el personaje.

Un tercer camino es la corrección en retratar al biografiado. No lo eleva a los altares, pero tampoco logra niveles creativos que hagan interesante el filme. Es el caso de La vida en rosa (La Môme). La película es “políticamente correcta”, acicalada, con una escrupulosidad minuciosa en llevar los detalles de la vida de Edith Piaf (de allí también su excesivo metraje), pero que en ningún momento despega. Es más bien una serie de retratos bien elaborados, una colección de viñetas, pero que les faltó el armazón del collar para tener un conjunto y si no fuera por la actuación mimética de Marion Cotillard posiblemente el filme hubiera naufragado. Tenemos algunos momentos aislados buenos como los inicios de la cantante, duros y conmovedores a la vez, o su infancia recreada en un burdel donde recibe el afecto negado por la madre (y que marcó su inestabilidad emocional), o el amor por el boxeador Marcel Cerdan verdadera piedra a la cual se aferra para no naufragar.

La vida en rosa es un filme que más atrae por ver a la Cotillard trasformada en Edith Piaf que por los resultados mismos de la película.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


LA VIDA EN ROSA [La Môme]
Dir: Olivier Dahan
Guión: Olivier Dahan e Isabelle Sobelman
c/ Marion Cotillard (Edith Piaf), Gérard Depardieu (Louis Leplée), Jean-Pierre Martins (Marcel Cerdan)
Fra, R Checa, UK/2007/Biopic/Estrenos