jueves, enero 29, 2015

EL FRANCOTIRADOR

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107


En los Estados Unidos la película ha recibido críticas del sector liberal (lo que acá vendrían a ser los caviares), por considerarla patriotera y belicista. Pero, una buena película como El francotirador (y, por extensión, cualquier obra de arte de calidad) puede contener más de una interpretación.

Si uno observa atentamente el filme se dará cuenta que cabe tanto la interpretación belicista; pero, por oposición, también la antibélica, la que se acentúa por acumulación: son tantos los asesinatos selectivos que infligió Chris Kyle (se estiman en más de doscientos), sean hombres, mujeres o niños, como el trauma de postguerra sufrido por el protagonista, que vamos a tener una sensación que el director más bien ha querido realizar una película de contenido pacifista.

En efecto, la interpretación belicista opera a nivel epidérmico: los fríos asesinatos a la distancia apretando un gatillo, el sentido patriota del pueblo norteamericano y del propio personaje luego de los sucesos del 11 de Setiembre, el tratamiento de “salvajes” de los iraquíes vs el afán “civilizatorio” que traen las fuerzas norteamericanas (pacificación, democratización del país, libertad del “pueblo oprimido”, etc.).

Dicho sea de paso, la justificación civilizatoria siempre ha sido el argumento central de toda guerra e invasión de un pueblo a otro, desde los romanos, pasando por los españoles, hasta los ingleses y norteamericanos. El pueblo invasor trata de “salvaje” al pueblo invadido y, por tanto, lo que busca es “civilizarlo”.

Y la “cereza de la torta” es la evidencia no cuestionada de las ideas conservadoras del propio Eastwood y su simpatía por el Partido Republicano, partido político que hoy más que nunca se encuentra muy cerca de las ideas fundamentalistas de derecha, de esa noción de patria muy enraizada en los sectores conservadores de la sociedad yanqui y de los grupos económicos de poder en Estados Unidos.

Desde ese ángulo sería incuestionable la postura pro bélica de la película; pero insisto que puede dársele otra interpretación “por debajo de la piel”, en el sentido que son tantas las atrocidades presentadas, que la reacción por oposición es distinta a lo visto, produciéndose por rechazo un sentimiento “no bélico” en el espectador, así como de toda la parafernalia patriotera que exhibe las escenas finales del filme, donde se muestra las exequias como héroe nacional de Chris Kyle.

Por lo demás, la construcción del personaje es una ficción. Muy aparte que se halla basado en sus memorias el guión del filme, la construcción de un personaje en base a un modelo “real” tendrá los acentos que el guionista y luego el realizador quieran darle; muy aparte que al tratarse de memorias, quien escribe tiende a “mentir” sobre si mismo o a justificar o atenuar algunos hechos de su accionar. De allí que se acentúa la arista del tipo convencido de lo que hace para defender a su país y a los más débiles luego del 11-S, que el lado oscuro de su personalidad, la que tiene facetas poco amables al personaje real, según testimonios de quienes lo conocieron.

Una obra de arte que trasciende tiene interpretaciones que van más allá de lo que su autor quiso decir o hacer. Ejemplos abundan en clásicos de la literatura, la pintura o el cine. Por ello interpretaciones en uno y otro sentido van a coexistir, lo que no quita que estemos ante una de las mejores películas de Clint Eastwood, que prueba el buen estado del realizador en su octava década de vida.



EL FRANCOTIRADOR [American Sniper] 
Dir: Clint Eastwood   
Guión: Jason Hall, basado en el libro de Chris Kyle
c/ Bradley Cooper (Chris Kyle), Keir O'Donnell (Jeff Kyle), Sienna Miller (Taya)
EEUU/2014/Drama****/Estrenos




lunes, enero 26, 2015

EXODUS: DIOSES Y REYES

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107


Muchas veces nuestra imagen de un personaje o hecho histórico se encuentra relacionada con la que proporciona la ficción, especialmente el cine y la literatura.

Es lo que sucede con la figura de Moisés, muy relacionada con la que plasmó Charlton Heston en Los diez mandamientos (1956): un Moisés iluminado, profético, un “santo varón” que “habla con Dios”, muy al ambiente de los todavía puritanos años 50.

El Moisés de Ridley Scott más bien es un tipo escéptico, guerrero a la usanza de su formación como príncipe de Egipto (como todo príncipe debió ser adiestrado en las llamadas “artes de la guerra”), pero justo; que descubre circunstancialmente su origen y la “palabra revelada”; y que a pesar de ello, sigue manteniendo sus dudas y preocupaciones existenciales. (Es un hombre que va a dudar hasta cuando se abre el Mar Rojo). Un hombre que se encuentra desgarrado entre dos culturas y dos afectos: la de su origen y la adoptada. En otras palabras es un Moisés que refleja más al hombre contemporáneo que al personaje bíblico de granito exhibido en la recordada película de Cecil B de Mille.

Sucede lo mismo que con el Noé de Darren Aronofsky, más con look de guardián ecológico que de profeta bíblico (curiosamente Aronofsky había pensado también en Christian Bale para el protagónico, quizás por esa ambigüedad que siempre refleja ante cámaras)

A ello se suma que el Moisés interpretado por Christian Bale no aporta demasiado registro de los cambios que sufre el personaje. No se ve una carga dramática que apele a un “antes” y un “después” del encuentro con el Creador, como los numerosos seguidores de la historia bíblica deseaban apreciar (Charlton Heston hasta “brillaba” una vez que Dios se le reveló).

Igual sucede con el antagónico, el faraón Ramses, mostrado pusilánime, rencoroso, bastante limitado en sus cualidades, pero que no aporta más para llevar al clímax la trama. (Muy distinto al que interpretó Yul Brynner que hasta superaba en calidad interpretativa a Heston, más “actor de pose” que de registro actoral). Y, algunos, incluso extrañaron la lucha fratricida entre ambos –marcadamente visible en la obra de De Mille- que hasta se permitía, osadía de la época, la licencia de la rivalidad por el amor nada menos que de la reina de Egipto, recurso melodramático sumamente efectivo que el legendario De Mille manejaba con extraordinaria habilidad. (En Scott solo se aprecia una envidia de uno hacia el otro, pero no explota ese lado folletinesco).

Un acierto es el uso de un niño como “mensajero de Dios” (o Dios mismo, si se quiere), al que solo “ve” Moisés. Es un recurso dramático más adecuado que la voz grandilocuente que hablaba (o mejor dicho ordenaba) en Los diez mandamientos. Asimismo, ese Dios vengativo, furioso por el sometimiento a esclavitud de su “pueblo elegido”, se condice más con el Yavé del Antiguo Testamento, que con el Dios de amor descrito en los Evangelios, en el cual se inspiró la obra milleniana. (Revisen el Antiguo Testamento, es un Dios que ordena “pasar a cuchillo” a quienes no creen en él).

Para colmo de los detractores, la escena central de la trasmisión divina de los diez mandamientos es apenas marginal en Éxodo. Vemos un Moisés que los va cincelando en las tablas con la benevolencia del Creador, pero sin que implique trasmisión literal de las leyes. Más es un Moisés creador de leyes para su pueblo –digamos un Moisés legislador- que un intérprete de la voluntad divina. (Pero hay que tener en cuenta que la película se titula Éxodo, por lo que se centra más en la gesta de la huída del pueblo judío fuera de Egipto que en la dación de los mandamientos).

Marx dijo que en el capitalismo sería imposible escribir La Iliada. Tenía razón. Aludía a que cada época desarrolla el arte conforme a los insumos que esta le proporciona. Incluso de esa regla no se escapan los personajes históricos. Se les insufla características que más dicen del momento presente que de lo sucedido en el pasado, o de la ideología o política imperante en la actualidad. Y, así como sería imposible hoy hacer un filme similar a Los diez mandamientos (parecería ingenuo y hasta ridículo), el Moisés de ahora refleja las dudas y angustias del hombre occidental que ha perdido la fe en lo sobrenatural, pero que se sigue haciendo las mismas preguntas que se formuló desde que comenzó a pensar. De dónde vengo, adónde voy, cuál es mi papel en este mundo. De repente al final no hay nada, pero las eternas preguntas siguen moviendo al ser humano.


Si bien Éxodo no se encuentra entre las mejores películas de Ridley Scott (gusta mucho de las ambientaciones históricas y de las obras futuristas), no por ello la podemos minusvalorar. Dentro de sus limitaciones, tiene sus méritos.

EXODUS: DIOSES Y REYES [Exodus: Gods and Kings]  
Di: Ridley Scott         
Guión: Adam Cooper, Bill Collage y otros
c/  Christian Bale (Moses), Joel Edgerton (Ramses), John Turturro (Seti), Aaron Paul (Joshua), Ben Mendelsohn (Viceroy Hegep), María Valverde (Zipporah), Sigourney Weaver (Tuya), Ben Kingsley (Nun), Andrew Tarbet            (Aaron)
EEUU,UK/2014/Épica***/Estrenos


miércoles, enero 21, 2015

PRIMICIA MORTAL

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107


Dan Gilroy es más conocido como guionista, teniendo en su haber el guión de El legado de Bourne. Primicia mortal es su primer largo y lo muestra con enorme satisfacción.

Louis Bloom es un ladrón de poca monta que, por casualidad, se entera de las filmaciones que los freelances realizan de asaltos, robos y accidentes que luego venden a los canales de televisión para los noticieros de la mañana. Negocio lucrativo que permite la exclusiva de quien llega primero a la escena del crimen.

Estamos ante la prensa sensacionalista, y en especial la difundida por la televisión (y, por extensión, lo que se conoce como tv basura), que para subir el rating busca el morbo de imágenes crudas de accidentes, asaltos, robos. Mientras más sangre, mejor.

Gilroy dirige su planteamiento hacia la no existencia de límites éticos y afán de lucro, tanto de quien filma, como del canal de televisión que compra y difunde lo filmado; manipulando la escena de los hechos o provocando enfrentamientos deliberados entre la policía y los ladrones de una casa, a fin de grabarlo y tener la exclusiva. Hasta la explotación del asistente, que Louis lo inmola en una toma a fin de tener imágenes crudas de su muerte, es parte de un engranaje mayor. Vale todo.

Como ya se anotó, quizás desde Poder que mata (Network, 1976) de Sidney Lumet, no se realizaba una crítica tan despiadada a los medios. El privilegio de los ambientes nocturnos, de un Los Ángeles “sucio” y decadente, pasando por el sólido guión, y la soberbia actuación de Jake Gyllenhaal, entre paranoico, obsesivo y sin escrúpulos que, de hecho, merecería un premio aparte.


PRIMICIA MORTAL [Nightcrawler] 
Dir y Guión: Dan Gilroy
c/ Jake Gyllenhaal (Louis Bloom), Bill Paxton (Joe Loder), Rene Russo (Nina Romina)
EEUU/2014/Thriller***+/Estrenos


lunes, enero 19, 2015

LA ENTREVISTA

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

La entrevista ha ganado fama mundial gracias al veto de hackers simpatizantes de Corea del Norte que amenazaron a la productora si la estrenaba en cines, por lo que esta decidió –hasta ahora- no hacerlo.

Sin ser gran cosa, estamos ante la comedia satírica, tirando para chabacana, que parte de un supuesto: una entrevista que dará en vivo el dictador de Corea del Norte al periodista Dave Skylark, a quien admira, por lo que este decide ir hasta el país asiático. En el medio estará la CIA y los disidentes que buscan destronar al presidente Kim.

Usando sobre todo gags, la comedia va avanzando, quizás con un metraje excesivo para lo que contaba.

Ojalá que la amenaza contra el filme posibilite su estreno en salas comerciales, no tanto por la calidad de la película (aunque ya tiene taquilla asegurada por esta publicidad extracinematográfica), sino porque no se debe tener temor a ninguna censura o veto, venga de admiradores de dictaduras o de fanáticos religiosos.



LA ENTREVISTA  [The Interview] 
Dirs: Evan Goldberg, Seth Rogen
Guión: Dan Sterling
c/ James Franco (Dave Skylark), Seth Rogen (Aaron Rapaport), Lizzy Caplan (Agent Lacey), Randall Park            (President Kim)
EEUU/2014/Comedia***/Las que nunca se estrenaron


lunes, enero 12, 2015

MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com

       @ejj2107

Estamos en la Europa de fines de los años veinte y Stanley es un ilusionista que se ha ganado por méritos propios la fama de ser uno de los mejores del mundo. Un amigo llega para pedirle el favor de desenmascarar a una falsa vidente que ha tomado de punto de sus embustes a unos amigos cercanos, los que creen a pie juntillas todo lo que dice, incluso el hijo de la adinerada familia quiere casarse con ella.

Stanley descreído como es (para él no existe más realidad que la de este mundo) acepta la empresa, suponiendo que será fácil develar los trucos de la falsa vidente, sin sospechar que en el camino se enamorará de esta.

Estamos ante la historia del cazador, cazado. De aquel que se cree suficiente y digno de elogio, al tener un ego descomunal, y tratar a los demás como insectos, terminando rendido a los pies de una amateur, de una principiante en los juegos de ilusión.

Precisamente el juego en todo momento es de la ilusión o del engaño, de mentiras que parecen verdaderas; pero la película no va a desenmascarar las mentiras, sino a reflexionar sobre estas, en el sentido que a veces para vivir el género humano necesita creer en algo, a pesar que ese algo sea mentira. Creer en el amor, en la otra vida, en las estrellas; pero creer hace la vida más llevable que vivir en la “realidad cruda”, como lo demuestra la vida del propio Stanley, misántropo y descreído extremo.

Comedia con final feliz y de tono menor, no por ello menos valiosa en las reflexiones que el realizador neoyorquino nos trasmite ahora que se acerca a su octava década de existencia.


MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA [Magic in the Moonlight]
Dir y Guión: Woody Allen
c/ Colin Firth (Stanley), Eileen Atkins (Aunt Vanessa), Emma Stone (Sophie Baker)
EEUU/2014/Comedia romántica***/Estrenos



viernes, enero 09, 2015

EL TIGRE BLANCO

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107



Es raro que ingrese una película rusa a nuestro medio, pero así son las casualidades: y lo hace con un tema que está retornando a la pantalla grande: el de la segunda guerra mundial, conocida entre los rusos como la gran guerra patria y, para ellos, de hondo significado histórico y nacional.

Estamos hacia el final de la segunda guerra, en el frente ruso el avance soviético es incontenible, no obstante lo frena un extraño tanque alemán bautizado como el tigre blanco por su color. Ninguno de los tanques convencionales ha podido contra él, ganando fama de ser un tanque fantasma, eligiendo entonces la oficialidad al mando que sea un tanquista, Naydenov, que de milagro ha sobrevivido a las graves quemaduras a costa de la memoria (no recuerda quién es ni de dónde viene) quien lo enfrente.

Aparentemente el relato avanza hacia un enfrentamiento entre Naydenov y el tigre blanco; pero hacia el final la película da un giro radical y descoloca la resolución para enfocarse en la capitulación alemana y las confesiones de un Hitler, ya acabado, sobre la guerra.

Ese giro puede descolocar a muchos espectadores; pero la intención del director –como lo señaló en una entrevista- es reflexionar sobre lo inevitable que es la guerra, como mal inherente al hombre. Por eso no existe la esperada confrontación final entre Naydenov y el tigre blanco, dado que –como dice el protagonista- puede ser en diez, veinte o cien años. El propio Naydenov puede ser incluso un “fantasma”, ya que es imposible sobrevivir a tan graves quemaduras, así como a su estoica alimentación (“apenas mastica pan” dicen sus compañeros) y a que “habla” o se comunica con los tanques como si se tratase de seres vivos.

A ello se refuerza “la confesión final” de un Hitler anciano (cambiando el sentido de la historia oficial, como lo hizo Bastardos sin gloria), donde reflexiona sobre la inevitabilidad de las guerras y la justificación europea que existió para eliminar a los judíos e invadir Rusia (lo cual es cierto, existió un ambiente ideológico y propagandístico para ambos hechos). Y que la historia, como sucede en diferentes ocasiones, la escriben los vencedores. La elección de la música de Richard Wagner (gran difusor musical de la nacionalidad alemana) no es casual, dado que durante el nacionalsocialismo se le profesó un culto exacerbado.

Al hacerlo intemporal el relato, así como la presencia fantasmal del tanque (que nos remite de inmediato a Moby Dick), nos encontramos ante una reflexión sobre la inevitabilidad del mal y su secuela la guerra, lo que se evidencia en el surgimiento de grupos neonazis y la xenofobia que ha regresado a Alemania, así como la discriminación que se vive en Europa contra todo aquel no considerado “occidental”.

Son cuestiones que dan para reflexionar y si bien el giro dramático final puede no convencer demasiado, ello no quita que estamos ante una interesante película bélica que va más allá de las batallas.


EL TIGRE BLANCO [Belyy tigr] 
Dir: Karen Shakhnazarov
Writers: Aleksandr Borodyanskiy basado en el cuento de Ilya Boyashov
Aleksey Vertkov (Naydenov), Vitaliy Kishchenko (Fedotov), Valeriy Grishko (Zhukov)
Rusia/2012/Acción bélica***/Estrenos