martes, junio 05, 2007


LA MALDICIÓN DE LA FLOR DORADA

Zhang Yimou es no solamente el cineasta más conocido afuera de China continental, sino que puede trabajar bajo los parámetros permitidos por el PC Chino (que elogió su anterior filme Héroe), convirtiéndose en el cantor oficial de las gestas nacionales que permitieron consolidarse como un gran imperio a la China milenaria. Y, es que todo país que cobra una importancia en el contexto mundial necesita de artistas que canten las gestas de antaño justificatorias de la importancia actual que tiene ese país. Está relacionado con un orgullo nacional que motive al pueblo a sentirse identificado con su país y el destino manifiesto que le depara, así como de la cúpula dirigencial sabia en llevar adelante el destino de ese pueblo; es decir, de su “misión” en este mundo. Es una combinación de nacionalismo y proyección más allá de las fronteras. En el contexto ideológico justificativo, el artista debe de encumbrar la gloriosidad del país.

No se crea que este proceso sea mecánico, ni que vaya digitado por la cúpula dirigencial en el poder en una relación causa-efecto. Generalmente los resultados artísticos hechos así son bastante pobres, como el del “realismo socialista” estaliniano. El artista puede verse imbuido de ese orgullo nacional y realizar sus obras inspiradas gracias a él. Es un elan, un espíritu que penetra al artista a fin de darle una tónica especial a su obra.

Es probable que ese sea el caso de Zhang Yimou, quien en sus tres últimos filmes ha tocado temas históricos de la China milenaria. Héroe era el cantar de gesta de la necesidad de formar una nación, visto no a través de los ojos idílicos, sino de la brutalidad de ejercer el poder imponiéndose el más fuerte y astuto. El fin justifica los medios como diría Maquiavelo y antes que las rencillas entre los caudillos estaba la consolidación de la futura nación China. La casa de las dagas voladoras es la justificación de la rebelión cuando impera la injusticia. Es decir cuando el rey no le da al pueblo justicia, el pueblo tiene todo el derecho de rebelarse, en vista que el soberano cae en la ilegitimidad. La maldición de la flor dorada trata sobre las luchas intestinas en la cúpula del poder. Esta vez entre el emperador y la emperatriz, uno lo quiere eliminar al otro, y en el medio los hijos de ambos que también luchan a matar por el poder, una historia de incesto y un pasado oscuro que sale a flote. Las razones de estado se imponen a los sentimientos de familia. O, mejor dicho, las ambiciones desmesuradas de poder que van a quebrar a la familia real.

La maldición… estilísticamente no supera a Héroe. Aunque está bien cuidada visualmente, con una historia de aliento shakesperiano, contando como siempre con la insuperable actriz china Gong Li; sin embargo, la trama se complica innecesariamente con personajes secundarios que entran y salen sin mayor aporte a la historia central, como el de la esposa del médico imperial o la historia del incesto entre la hija de esta y uno de los herederos del trono. No sabemos si la razón es por recorte del metraje original o por problemas estructurales del guión. Lo más notable son los combates, verdaderas piezas de arte coreográfico, y esa combinación de historia con minúscula y con mayúscula. Como que la historia privada de los soberanos es la historia pública de la nación y no se puede ocultar ni lo más íntimo. Si bien al final el soberano sale bien librado del golpe de estado de su propia familia, el costo es alto. El gesto final de la emperatriz Fénix rechazando el medicamento venenoso, que va apagando su vida poco a poco, es el gesto de rebelión impotente contra la tiranía de un emperador que no mide las consecuencias de sus actos y que en cierta forma está cavando su propia tumba. Probablemente es la más pesimista de las tres obras mencionadas que, sin ser exactamente así, forman una trilogía sobre el glorioso pasado imperial chino.

Quizás ahora Zhang Yimou mire preocupado las luchas intestinas al interior de la clase dirigente china (con casos de corrupción que han llegado a las más altas esferas del poder) y manda este mensaje. Las ambiciones desmesuradas (encarnadas en el color rojo del palacio imperial) pueden llevar a la frustración del proyecto nacional chino, y, es mejor la prudencia y el autocontrol, que la ambición ilimitada, porque las ambiciones sin frenos ni control destruyen toda esperanza (encarnado en los crisantemos amarillos) en un mundo mejor.

Una reflexión final sobre el preciosismo visual de Zhang Yimou. Cabría preguntarse hasta donde puede llegar. Ese preciosismo que ya linda con un manierismo exagerado hace que La maldición… sea un filme formalmente intachable pero con un contenido irregular. Es un peligro del preciosismo caro a todo director que busca un contenido visual estilizado pero carente de sustento. Esperemos no sea la suerte final de Zhang Yimou, un realizador que apreciamos mucho en lo personal y que hay que seguir muy de cerca su carrera.
lagartocine@yahoo.es
FICHA TÉCNICA:
LA MALDICIÓN DE LA FLOR DORADA [Man cheng jin dai huang jin jia]

Dir: Zhang Yimou
Guión: Zhang Yimou, Wu Nan y Bian Zhihong; a partir de la obra de Cao Yu
c/ Chow Yun Fat (emperador Ping), Gong Li (emperatriz Fénix), Jay Chou (príncipe Jai), Liu Ye (príncipe Wan), Chen Jin (mujer del médico imperial), Ni Dahong (médico imperial), Li Man (Chan), Qin Junjie (príncipe Yu)
China/2006/Drama histórico***

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