martes, febrero 24, 2009

UN OSCAR BASTANTE AUSTERO Y SIN MUCHAS SORPRESAS

Si bien la premiación de la industria del cine norteamericano no es la más importante en cuanto a nivel de calidad fílmica, sí lo es como espectáculo, como “show business”, sobretodo tratándose de una premiación conocidísima a nivel mundial por la predominancia del cine yanqui, concitando la atención de públicos de cultura y lengua disímiles. Valgan verdades, es la única premiación cinematográfica que concita ese interés planetario.

Por eso la premiación se ha convertido en un negocio de transmisión de los derechos de la ceremonia, convirtiéndose con el tiempo en un espectáculo de calidad y envergadura, con “sorpresas” incluidas, a fin de mantener entretenido al espectador por las más de tres horas de duración del evento. No es necesario ser cinéfilo o haber visto las películas nominadas para disfrutar del espectáculo propiamente. Sin embargo, este año se ha notado una austeridad franciscana en los números y premiaciones. No digamos que parecía el escenario de Trampolín a la fama del desaparecido Augusto Ferrando, pero que estaba austero, lo estaba. Por la crisis que ya golpea a EEUU, varios “sponsors” se habían retirado de la ceremonia, recortándose el presupuesto, lo que se ha traslucido en la ceremonia, donde un Hugh Jackman tuvo que fungir de maestro de ceremonias, bailarín y cantante a la vez, “todo por el mismo precio”.

Pasando a la premiación en si, la de Heath Ledger estaba descontada. El Oscar póstumo no solo obedeció a su repentino fallecimiento sino al extraordinario desempeño como el Guasón en El caballero de la noche; aunque Michael Shannon como “el loco” de Solo un sueño (Revolutionary Road) no se quedaba atrás, pero es muy difícil ganarle a un muerto.

Pero, la gran acaparadora de premios en la noche fue el filme Quisiera ser millonario, una película de bajo presupuesto que a pocas semanas de la premiación se metió “por los palos”, logrando sacar del juego a El curioso caso de Benjamin Button, película de presupuesto millonario, diseñada y pensada para el Oscar desde su inicio y que hasta hace muy poco parecía que iba a obtener buena cantidad de las nominaciones. Pero así son las cosas, nada está dicho.

También mereció su premio “la pe” como le dicen los españoles a Penélope Cruz. Está muy bien como la desequilibrada y ardiente española en Vicky Cristina Barcelona. Sobre Sean Penn, consolida una carrera como uno de los mejores actores contemporáneos y, dicho sea de paso, sin pelos en la lengua cuando se trató de criticar al gobierno de George Bush. De Kate Winslet, es el premio a una carrera en ascenso. De la chiquilla de hace doce años atrás en Titanic a la de ahora, tenemos una actriz con un amplio registro. Vean Titanic de nuevo y se darán cuenta. En animación, Wall-E mereció la estatuilla. Es un dibujo encantador y que rinde tributo al cine.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es

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