viernes, febrero 08, 2013

LINCOLN


La vida de Lincoln es motivo de un nuevo interés en los últimos años, con lecturas más bien contemporáneas. Robert Redford realizó La conspiración en 2010 sobre las consecuencias del asesinato de Lincoln y las repercusiones de procesos judiciales sin las garantías suficientes para los acusados, en una clara alusión a los detenidos “sin juicio justo”, consecuencia del atentado a las Torres Gemelas el 2001. El Lincoln de Spielberg (al igual que Redford, del ala liberal de los actores y directores norteamericanos), es también una lectura contemporánea que alude al cordón umbilical entre el gran presidente, la liberación de los esclavos y la adquisición de derechos políticos por estos, los líderes afroamericanos de los años 50 y 60 hasta desembocar en Barack Obama, como el primer presidente negro de los Estados Unidos, y la gran responsabilidad histórica que le toca por ello.

Asimismo, se emparenta con otro filme anterior de Spielberg, Amistad (1997), vivo alegato contra la esclavitud basado en hechos que acaecieron veinticinco años antes que los de Lincoln, con el cual muy bien puede hacer un díptico.

La película se centra en los últimos meses del mandatario. La guerra civil ya va a terminar y su preocupación es que se incluya como enmienda constitucional la abolición de la esclavitud en toda la Unión, lo cual daría seguridad jurídica de su cumplimiento en todos los estados, incluyendo los rebeldes del sur.

No la tiene fácil, ya que solo un sector del Partido Republicano está de acuerdo con la enmienda (en aquella época los republicanos eran los más progresistas, a diferencia de los demócratas, más conservadores del statu quo). La enmienda ya fue aprobada en el Senado, pero requiere la ratificación de por lo menos dos tercios de los representantes; por lo que Lincoln y su grupo están a la caza de los votos a fin de conseguir aprobar la ansiada enmienda constitucional.

Ese aspecto es lo interesante de la película. No nos presenta al Lincoln pétreo, de estatua o, peor aún, de estampita inmaculada; sino a un político que “cubiletea”, maneja hábilmente los resortes del tinglado legal-democrático, “compra votos” -en el buen sentido del término- para una noble causa. Es el hombre de carne y hueso, con problemas con su esposa e hijo, que es bastante ocurrente, proclive a contar chanzas y anécdotas a quien lo rodea, muy lejos de la imagen iconográfica del 16º presidente de los Estados Unidos; pero también cansado y avejentado prematuramente por la grave responsabilidad de la guerra (es posible que, de no ser asesinado, solo hubiese vivido unos años más). Lo vemos en el seno familiar, con los colegas de su partido, departiendo con los soldados, visitando a los heridos en el hospital.

Es un filme más contemplativo que de acción, como de alguien que mirase lo que hace el Sr. Lincoln en los últimos meses de su vida antes del aciago final, lo que es subrayado por la ausencia casi total de música invasiva que subraye lo que estamos viendo. Es el Lincoln en una visión personal de Spielberg y quizás una de sus mejores películas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

LINCOLN 
Dir: Steven Spielberg
Guión: Tony Kushner, basado en el libro de Doris Kearns Goodwin
c/ Daniel Day-Lewis (Abraham Lincoln), Sally Field            (Mary Todd Lincoln), Joseph Gordon-Levitt (Robert Lincoln),  Tommy Lee Jones (Thaddeus Stevens)
EEUU/2012/Biopic****/Dvd/Estrenos



No hay comentarios.: