La llamada post modernidad en el cine implica dejar de lado la verosimilitud
del discurso narrativo y centrarse en lo que sería la forma o el artificio. En
otras palabras no interesa que la historia parezca
real, sino la forma que se le otorga. En ese sentido Tarantino ha sido uno
de los puntales con películas como Pulp
fiction o Kill Bill.
Asimismo, los post modernos se nutren de una
serie de películas y géneros del pasado, son cinéfilos extremos, a fin de dar
como resultado una cosa nueva. No es un remake
de filmes antiguos; sino que vampirizan
una serie de películas y elementos a fin de hacer algo propio. Igual sucede con
la banda sonora: es un mix de
distintas composiciones de diferentes épocas o de diferentes géneros melódicos.
Para hacer la combinación se requiere mucha intuición a fin de no exagerar en
la proporción de los elementos de la
fórmula o pecar de avaro en estos. Un poco más o un poco menos es el límite
entre la genialidad y el fracaso.
Tarantino, autodidacta por excelencia (jamás
piso una universidad para estudiar cine como otros realizadores), se alimentó
en sus años mozos de miles de cintas cuando trabajaba en una videotienda. Esa
fue quizás la mejor educación para un
genio creativo (las universidades muchas veces limitan la creatividad
para ofrecer productos estándar).
Django tiene los elementos antes citados.
Pensada como una suerte de trilogía
histórica (donde la historia es “reescrita”), junto a Bastardos sin gloria y su próxima entrega; no es propiamente un
remake del legendario filme de Sergio Corbucci de 1966, protagonizado por
Franco Nero (a quien vemos en un breve papel); pero el realizador ha tenido
sumo cuidado en seguir una trama más o menos convencional, dándole esos toques
absurdos o cambiando imprevistamente de tono como en la queja por las máscaras
de los rancheros sureños que se disponen a linchar al Dr. Schultz y a Django
(escena que ya se está volviendo antológica), pasando abruptamente del drama a
la comedia. No es solo un tributo a los spaghetti western, sino también existen
otros elementos de una larguísima cinefilia, donde el humor se encuentra
presente muchas veces a fin de bajar el tono de la dramatización.
Mención aparte merece el personaje del Dr.
King Schultz, encarnado por Christoph Waltz. Si en Bastardos sin gloria era el villano que se robaba la película; en Django es el antiesclavista que adiestra
a Django en el oficio de caza recompensas, que igualmente se roba el show.
Igual que en Bastardos, su personaje
es barroco, complejo, con matices exquisitos y contradictorios, lo cual
confiere riqueza al personaje, y hace llevadera la acción (lo que no ocurre
cuando el personaje desaparece casi en el final).
Se ha
dicho que en Django la venganza es el
leit motiv del personaje (como en Kill
Bill, Bastardos, etc.). Lo cual
es cierto; pero también lo es que el amor se encuentra presente. Django se
adentra en un recorrido riesgoso por los estados del sur para buscar a su
amada, quien tampoco es casualidad del destino se llame Brumilda (o Brunilda
como también se le conoce en español); y al igual que en la saga wagneriana,
sorteando el héroe una serie de peligros a fin de rescatarla.
Eduardo
Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
DJANGO
DESENCADENADO [Django Unchained]
Dir y Guión: Quentin Tarantino
c/ Jamie Foxx (Django), Christoph Waltz (Dr. King Schultz), Leonardo DiCaprio (Calvin Candie), Kerry Washington (Broomhilda),
Samuel L. Jackson (Stephen)
EEUU/2012/Acción***+/Estrenos
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