miércoles, abril 10, 2019

LA MUERTE DE STALIN: LA COMEDIA NEGRA DE ARMANDO IANNUCCI


Hasta donde conocemos, Armando Iannucci (1963) es un realizador ítalo-escocés. Poco conocido en nuestro medio, se mueve bien en la televisión (Veep) y el cine (In the loop). Showrunner (productor y creador), gusta tener el control de sus proyectos.

En entrevista declaró que para La muerte de Stalin se inspiró en El gran dictador (1940) de Charlie Chaplin y que lo motivó resucitar al dictador ruso el hecho que la democracia en Europa se encuentra rodeada de totalitarismos y nacionalismos a ultranza. Su película fue prohibida en Rusia, donde curiosamente la figura de Stalin está siendo revalorada o en el mejor de los casos como recordada con nostalgia de tiempos mejores. No es un filme histórico en el sentido estricto del término, aunque se centra en personajes y hechos que existieron.

Comienza con un concierto de música que a poco de terminar, recibe la orden directa del propio Stalin de obtener una copia. Al no haberla, ya que el concierto es en vivo, deben volver a ejecutarlo para grabarlo, con el evidente nerviosismo de todos los involucrados, temerosos de terminar en algún Gulag. De allí nos trasladamos a la dacha de Stalin y su muerte repentina escuchando el concierto. Luego, la llegada de los miembros del politburó y la decisión de qué hacer. Hilarante y corrosiva la escena del qué hacer con el cuerpo, parodia del burocratismo y el temor a tomar decisiones que perjudiquen la carrera de cada aspirante a sucederlo.

Después viene, a ritmo galopante, la lucha por el poder, sobretodo entre Beria (jefe de la policía secreta de Stalin) y Krushchev. Pero el filme no va al drama, sino a la comedia negra, por lo que recurre a las situaciones absurdas –los gags- y los diálogos punzantes (muy en el estilo del cine americano clásico). Los personajes son esperpentos, agudizando las contradicciones que tienen y su no oculta ambición de poder.

Dicho sea. En esta lucha por el poder a la muerte de Stalin, sucedió lo mismo que cuando murió Lenin. Cuando muere Lenin, el favorito a sucederlo era Trotski frente a un oscuro Stalin. Estaba asegurado; pero, Stalin subrepticiamente tenía el control del partido comunista, por lo que terminó desplazando a su rival hasta exilarlo primero y después ordenar su muerte. Igual sucedió cuando muere Stalin. El favorito a sucederlo era Beria, paisano de Stalin y hombre temido que manejaba el servicio secreto ruso y que al alimón con este decidía quién moría, era deportado o perdonado. Tenía más poder que Krushchev, pero Krushchev  comenzó a tejer alianzas para hacerse del cargo máximo. Muchos lo apoyaron por el temor al poder de Beria y los secretos que guardaba celosamente. Beria, meses después, fue “enjuiciado” y condenado a muerte (en el filme todo sucede el mismo día del entierro).

Sátira del poder, de cómo el ser humano se puede degradar para conseguirlo; y si bien La muerte de Stalin no es completamente lograda, vale la pena verla y tener siempre presente que las democracias no son eternas y a la vuelta de la esquina acechan los totalitarismos de todo tipo.

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