En el marco del
bicentenario del nacimiento de Karl Marx, el director haitiano Raoul Peck,
realizó una película acerca de los años de juventud de Marx, comprendiendo
desde 1843 cuando conoce a su compañero incondicional en la aventura
socialista, Federico Engels, hasta 1848, cuando redacta al alimón El manifiesto
comunista, hito significativo en la historia del marxismo.
Aparte de la
recreación de época (se deja de lado los retratos tipo “belle epoque” para
naturistamente enfocar las condiciones de miseria y explotación en que vivían
los obreros en ese entonces), lo interesante en el filme es que ha sabido
retratar la personalidad del filósofo alemán: no era el frío intelectual
impasible ante lo que sucede en el mundo, sino un hombre apasionado, devoto de
la razón como muchos en su época y con la idea apasionada de instaurar el
socialismo en el mundo.
Otro hecho importante
es el desarrollo de la personalidad de la esposa de Marx, Jenny von Westphalen,
quien es vista en toda su amplitud: no fue la típica ama de casa abnegada y
pasiva, que renuncia a los beneficios de su condición de aristócrata, sino la
compañera intelectual y política de Marx. Por la documentación existente, ella
participó activamente en la formación de la Liga Comunista, antecedente de lo
que sería la I Internacional.
Igual sucede con la
descripción de Mary Burns, la pareja de Engels, de quien no se tiene mucha
información. Se presume que Engels la conoció cuando trabajó en la hilandería
de su padre, en Manchester. De ideas bastante avanzadas sobre la liberación de
la mujer, fue de gran ayuda para que Engels conozca los barrios obreros y sus
condiciones de vida. Compartieron ideas y sentimientos.
La película también
hace hincapié en las peleas del joven Marx con los otros grupos socialistas.
Ese pequeño mundillo compuesto por hegelianos de izquierda,
republicanos-liberales, socialistas de distinto tipo y los anarquistas, grupo
predominante en la izquierda europea del siglo XIX. Recordemos que el marxismo,
a la muerte de Marx, apenas era un pequeño grupo que prácticamente se había
distanciado ideológica y políticamente con los demás grupos socialistas (en ese
sentido Marx no creía mucho en la unión de grupos disímiles de izquierda, salvo
que sea bajo su pensamiento).
Otro punto a favor es
que ha sabido mantener cierto distanciamiento del personaje, sin caer en la
hagiografía (no es el Marx de “estampita”). El joven Marx es una película
infaltable para los cinéfilos y en los 200 años de su nacimiento, ocasión
propicia para no perderla de vista.
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