lunes, enero 14, 2008

SOY LEYENDA


Las distopías (cuya temática central es la extinción de la civilización y posterior barbarie de la raza humana) tienen como finalidad alertar al ser humano de un daño o peligro que en el presente todavía es controlable pero que a futuro puede ser irreparable. Es así que en los años 60 y 70 las distopías estaban centradas en la extinción de la humanidad por una posible guerra nuclear; mientras que las actuales tienen como eje argumentativo la irreparabilidad del medioambiente y la guerra bacteriológica. Distopías clásicas en esa línea son El planeta de los simios y recientemente Hijos de los hombres.
Otra vertiente distópica es la pérdida de la libertad y el vivir en una sociedad oprimida y sojuzgada por una elite sea religiosa, política o militar que mantiene el statu quo con un discurso ideológico deliberadamente engañoso. En esta variante el ser humano se encuentra alienado, rebajado en sus derechos, prácticamente cosificado y sin tener la posibilidad de pensar o de expresar libremente sus sentimientos. El paradigma por excelencia de este tipo de distopías es 1984.

Soy leyenda se centra en la primera temática (la extinción de la civilización y posterior barbarie de la raza humana) y ha contado con tres adaptaciones al cine. La primera de 1964 (The Last Man on Earth) con Vincent Price; la segunda de 1971 (The Omega Man) con Charlton Heston; y, la tercera de 2007 con Will Smith.

A nivel argumentativo la trama tiene dos niveles que se van “cruzando”: el primero y más interesante es narrar la vida cotidiana del Dr. Neville “en el presente” cuando la tierra ya ha sido devastada por un virus trasmutado que convierte a los hombres en una suerte de vampiros rabiosos (parecidos mucho en la agilidad a los de 28 días después -28 days later, 2002- de Danny Boyle). Así nos describe al protagonista haciendo su vida cotidiana: busca alimentos en una ciudad desolada y vuelta al salvajismo, se provee de gasolina, “renta” dvd’s para pasar la noche, “conversa” con los maniquís de la tienda, se mantiene en forma y convierte su casa en un verdadero “bunker”. En este nivel es bastante importante la relación con su perro, el único ser viviente con quien puede comunicarse y tener una relación afectiva (literalmente el perrito “se roba” varias escenas de la película). Los flash-backs son explicativos de “lo que pasó en la tierra”. En un segundo nivel, menos interesante, “caza” vampiros pero no tanto para su exterminio sino para encontrar una posible cura, utilizándolos como conejillos. En esta primera parte de la película se percibe el paulatino deterioro sicológico que va viviendo Neville por su aislamiento de otros seres humanos y que se demuestra en los mensajes que por radio trasmite, reflejando su necesidad de comunicarse, intento vano de “botella al mar”, o cuando “conversa” con los maniquís de la tienda de video o pierde el control al ver a uno de estos fuera de su lugar, en plena calle.

Esos dos niveles tendrán un “nudo” del conflicto con la presencia de Anna y su pequeño hijo, sobrevivientes humanos como Neville y en búsqueda de una posible comuna de otros sobrevivientes también inmunes al virus. La resolución se dará con el sacrificio del protagonista poco antes de encontrar la cura, convirtiéndose por tanto “en leyenda” con un esperanzador “happy end”. Esta es la parte del filme que menos convence.

En principio se trata de la obra para un solo actor. Toda la puesta en escena reposa en el personaje central. Es un hombre solitario, lo que irá erosionando su sicología, hundiéndolo en la depresión y con conductas consideradas erráticas en sociedad. Si bien Will Smith cumple adecuadamente su papel dramático, más está en la línea de los superhéroes que de un hombre solitario y con problemas de conducta. Esa muestra de “debilidad” no está adecuadamente registrada en la performance del actor (a Charlton Heston le sucedió lo mismo en la segunda versión). La hondura sicológica le abría abierto una dimensión humana abismal, lindante con la locura, que habría hecho muy rico al personaje (por cierto el argumento más se presta para ello que para una película de acción). Y también es responsabilidad del director, que no ha sabido aprovechar el material entre manos y con poca experiencia en su haber. Y, el remate no es muy convincente. El “final feliz” deja un sabor como a mártir de la medicina que a una distopía como era la idea de la trama.

Quizás el resultado habría sido distinto si el proyecto lo manejada Ridley Scott, de quien se voceó mucho la encargatura en la década pasada. En fin, Soy leyenda tiene sus límites, dejándose ver como un entretenimiento, pensada y diseñada como tal y sin mayores ambiciones.
Eduardo Jiménez J.
lagartocine@yahoo.es


SOY LEYENDA [I am legend]
Dir: Francis Lawrence
Guión: Mark Protosevich y Akiva Goldsman; basado en la novela de Richard Matheson
c/ Will Smith (Robert Neville), Alice Braga (Anna), Charlie Tahan (Ethan)
EEUU/2007/CF-Terror***/Estrenos

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