viernes, enero 11, 2008

¿EXISTE CRÍTICA DE CINE?

Acabo de enterarme circunstancialmente de una “polémica” entre dos críticos de cine “profesionales”, donde uno acusa al otro de “venderse” a las distribuidoras de blockbusters por promocionar polos y llaveritos de una conocida película de animación estelarizada por unas simpáticas ardillitas digitales.

Más allá del encono personal que se tienen ambos críticos (aunque en público lo desmientan), la “polémica” más parece una pelea de infantes en el colegio por dirimir quien la tiene “más larga”, comprobándose una vez más que los enconos, envidias, recelos y otras menudencias del alma es muy peruano y quizás diría muy humano. En mi gremio –los abogados- también se dan estas peleítas, pero para ser sincero, entre los críticos de cine es más graciosa. Las nuestras por lo general son muy tiesas, acartonadas y demasiado solemnes, por no decir aburridas.

A veces me pregunto si vale la pena comentar las películas. La gente promedio no lee las críticas de cine. Le interesa un pepino. Generalmente son los cinéfilos o las personas que toman “en serio” al cine quienes las leen. Pero, si bien el público objetivo lector de “críticas de cine” es bastante reducido, eso no obsta determinar si tenemos una crítica especializada en nuestro medio. Y, sin muchos rodeos, la respuesta es negativa.

Existe un reducidísimo sector de la crítica que trata de ser eso, crítica especializada, aunque a veces cae en excesos culturosos, “camina en las nubes” y “mira encima del hombro”, produciéndole asco toda película que tenga contenido “comercial” y su público objetivo son sus alumnos que los tienen como el “non plus ultra”, el “ya no ya de la crítica”, “el camino a seguir”. Hay que reconocer que, pese a sus excesos y vanidades –muy humanas también-, este sector de la crítica tiene una labor docente importante dentro del público al que se dirige.

En cambio, la mayor parte de la “otra crítica” es más bien la “mermelera”, la que promociona los estrenos de las grandes distribuidoras y se trasmite por distintos medios: la prensa escrita, la televisión y últimamente los blogs, que ha facilitado la aparición de “nuevos críticos” de todo calibre.

Personalmente no estoy en contra que un “crítico especializado”, director de una revista de cine también especializada, tenga un blog donde promocione llaveritos o polos de una película comercial. No es profesional, por no decir ético, pero el “crítico especializado” sabe en lo que se mete al aceptar el encargo o permitir que aparezca su nombre en la página web promocional. No puede alegar inocencia. En todo caso, como adulto, es su responsabilidad. Quizás con eso su prestigio baje, pero dependerá absolutamente de él. Pero de allí a estigmatizarlo, a “crucificarlo” en los blogs o en cualquier medio disponible, creo hay mucho trecho y es una exageración.

Por otro lado, la crítica tiene que ser libre, no puede estar sujeta a parámetros de “lo que debe ser”, que es donde lamentablemente cae a veces la crítica “culturosa”. Su lema parece ser “Todo lo que es crítica profesional es como yo lo hago, el resto es todo menos crítica”. Es caer en sectarismos y prejuicios.

El problema es que nuestro mercado es tan pequeño que no alcanza para todos, por lo que uno le tiene que “serruchar el piso” a otro para ocupar su espacio. Cuando de verdad tengamos una industria del cine nacional, cuando la variedad de filmes vistos sea más amplia, cuando existan institutos ex profeso para la profesión de cineasta, y, es más, existan post grados de especialización en cine, podremos hablar por fin de una crítica especializada amplia y diversa, y de un mercado que la recepcione en igual forma.

Por el momento veremos de tanto en tanto las rencillas bastante folclóricas entre dos “críticos profesionales” por dirimir quien la tiene “más larga”, tratando de convertirse en el macho alfa de la manada o marcando su territorio con la orina. Cosas del inframundo de la crítica.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


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