jueves, octubre 26, 2006


DERECHO DE FAMILIA
Dir.: Daniel Burman
c/ Daniel Hendler (Ariel Perelman), Julieta Díaz (Sandra), Arturo Goetz (Bernardo Perelman), Adriana Aizenberg (Norita)
Argentina/2006/Comedia dramática+++

Derecho de familia nos hace recordar a las películas de Francois Truffaut: cuenta muy bien una historia sobre seres comunes y corrientes y sus vicisitudes en un lapso más o menos prolongado de tiempo, con una voz en off del protagonista principal que nos va contando lo que trascurre en su devenir diario, que por supuesto es un alter ego del realizador, sumergidos todos en escenarios abiertos, que en este caso son las calles del gran Buenos Aires.

Efectivamente, como en las películas de Truffaut, vemos el transcurrir vital de Ariel, un joven abogado que es profesor de derecho y trabaja también en una oficina del gobierno dedicada a las defensas de oficio para las personas de menores recursos. Su padre, Bernardo Perelman, también abogado, infructuosamente ha tratado que su hijo se incorpore a su estudio y lo ayude en los casos que lleva. Ariel prefiere seguir su camino, distinto al padre, en un claro gesto que afirma su personalidad y carácter, al querer ser distinto, conociendo como profesor a la que será su futura esposa, Sandra, dedicada a los ejercicios de rehabilitación con un método que le traerá problemas legales y que servirán para que Ariel “entre a tallar” ayudándola en el juicio y ganándose su confianza. Por el lado del viejo Perelman, viudo hace mucho tiempo, tendrá un affaire con Norita, su secretaria. En añadidura, los Perelman son judíos, convirtiéndose el matrimonio de Ariel –como él mismo lo dice- en un matrimonio “judío-cristiano-argentino”, por lo que la mixtura cultural, racial y social es un componente invisible pero no inadvertido en el filme.

Esa vida, unas veces monótona, otras cómica, a veces marcada por acontecimientos trágicos como la muerte del padre, marcará la pauta del devenir de los personajes en un período de tiempo de unos cinco años aproximadamente, desde el inicio de la relación de Ariel y Sandra cuando se conocen en la universidad, pasando por la muerte del viejo Perelman y el nacimiento e ingreso a un colegio de tipo suizo del hijo de ambos (por cierto con una crítica a los nidos de infantes). El tono del filme siempre es ligero como una mantequilla light, de allí que se deje ver de un tirón sin aburrir, no cae en acentos melodramáticos ni está marcado por lo trágico ni siquiera en los momentos de la muerte del padre, que pasa rápidamente con un comentario del hijo y el entierro del progenitor, y cómo éste es querido por sus clientes, con quienes formó una gran familia en sustitución de la que no tuvo. El viejo Perelman se “sumergió” en el trabajo y lo convirtió en eje de su existencia. Veremos que ni siquiera con la muerte del padre, Ariel se hará cargo del estudio, prefiriendo cerrarlo.

El ritmo del filme es rápido en algunos momentos, haciendo una sinopsis de los hechos que ocurren utilizando para ello el recurso de la voz en off del personaje principal, y en otros se demora, como en el mes de vacaciones forzosas que tendrá Ariel al declararse en emergencia y a punto de derrumbar el edificio donde trabaja por un exceso de peso por la cantidad de expedientes acumulados (una crítica implícita al poder judicial argentino, en todas partes se cuecen habas). Ese mes adquiere un ritmo más lento, pausado, dilatado, tranquilo, debido a que van a ocurrir muchas cosas que marcarán al padre e hijo. Es el mes que estarán más tiempo juntos, ayudándolo Ariel en sus casos, en una suerte de despedida previa a la desaparición del padre. Es el mes que no le dice a Sandra que no está trabajando a fin de tener más tiempo para el padre, cuando ya el matrimonio –con hijo de por medio- ha entrado en la rutina diaria, donde más son las obligaciones que los placeres, habitando una casa que siempre requiere refaccionar, símbolo de que todo está por medio hacer en la vida.

Pero nada de los logros técnicos o de guión serían posibles sin las admirables actuaciones de los actores que encarnan a los personajes centrales. Al ser una historia de la vida común y corriente, la calidad interpretativa se impone, que es lo que sostiene el filme de principio a fin, hasta del pequeño Eloy Burman, hijo del realizador, que sintomáticamente está incluido en el reparto.

Derecho de familia (su nombre obedece a la profesión de abogados de Ariel y Bernardo, y al nombre de una rama del derecho civil que precisamente regula las obligaciones y derechos de la institución familiar) es un filme muy bien narrado a la manera clásica, pero actualizado con elementos de la modernidad, sobretodo los relacionados con la vida familiar, que nos dice que la vida es así, sin acentos trágicos, que la vida hay que vivirla nada más, y es una película que se sigue disfrutando incluso más allá de terminada la función. Derecho de familia merece verse.
lagartocine@yahoo.es

martes, octubre 17, 2006


LA PRUEBA
Dir.: Judith Velez
c/ Jimena Lindo (Miranda), Pietro Sibille (Saúl), Gianfranco Brero (Ignacio)
Perú/2006/Drama+++

Es curioso como dos filmes peruanos pueden tener apreciaciones distintas en la crítica local escrita. Mientras algunos “críticos” obviaron su deber de imparcialidad al comentar el filme Madeinusa, confundiendo su función en la prensa con la de profesores de la alumna que hacía su debut en la pantalla grande, esos mismos críticos encuentran ahora “defectos” en el también filme peruano La prueba, lo que no encontraban ni por asomo en la película de Claudia Llosa.

La prueba es también una ópera prima. Su realizadora, Judith Velez, ha tenido cuidado en seleccionar su casting con actores que poseen una performance bastante convincente y profesional, que sostiene el filme de principio a fin (lo que no sucedía con Madeinusa, donde la escasez interpretativa hacía decaer el filme en ciertos tramos), y sobretodo es sostenido por la interpretación de Jimena Lindo a lo largo de la proyección.

Filmado a modo de una “road movie”, como éste tipo de películas el camino recorrido no es tan importante como la experiencia vital del personaje central, reflejado en su contacto –por lo general bastante conflictivo- con los personajes que se tropieza en el camino, en el caso presente, con Saúl, ingeniero hidráulico con quien recorrerá gran parte del camino y que es la antípoda de Miranda: vital, solidario con sus paisanos, ahoga su egoísmo en un gran amor colectivo por su terruño y su gente. Miranda en cambio es un personaje taciturno, melancólico, que arrastra una gran carga encima suyo (“la prueba”) y que deberá enfrentarse a su pasado en ese viaje que tiene algo de regreso a un tiempo ido, amargo unas veces otras placentero (de allí los flash backs).

Precisamente estos “críticos imparciales” (pero parcializados con la ex alumna) le han criticado a la realizadora de La prueba el uso de los flash backs, como “inncesarios”. No creo que lo sean tanto, precisamente al ser el viaje que emprende Miranda un retorno al pasado, los flash backs (retornos instantáneos a un tiempo pasado) tienen como función ilustrar los momentos que atraviesa, los cuales son evocados por la protagonista. Lo que tal vez existe es un defecto a nivel de guión, al “verbalizar” la protagonista los recuerdos presentados en la pantalla, en vez que estos fluyan sin tanta explicación, lo que habría sido más sugestivo.

El desenlace también es interesante y permite reinterpretar el comportamiento de Miranda a la luz de lo que expone, por tanto ese período de duelo y dolor se encuentra plenamente justificado y el viaje más bien es un ajuste de cuentas con el pasado, exorcizar ciertos recuerdos dolorosos que los ha cargado durante tantos años y liberarse de ese gran peso que traía consigo. Precisamente la sequía de la zona es síntoma de lo que pasa la protagonista por dentro, así como la lluvia final, lluvia bendita, es el reflejo de la liberación de ese espíritu, al descargar esas nubes preñadas el agua contenida en su dolor. La prueba la atraviesa la protagonista en forma satisfactoria. Se ha liberado de ese pasado agobiante y ha cumplido su misión.

La prueba sin ser una “gran” película (tiene fallos como toda ópera prima), es una buena película, que se deja ver. No es concesiva para el gran público como podría ser Mañana te cuento, ni se “vende” para un turismo exótico for export como sería Madeinusa. Es una película que se asienta en el justo medio.
Podemos decir que la realizadora pasó “la prueba” de su primer largo con éxito.
lagartocine@yahoo.es

miércoles, octubre 11, 2006


MIAMI VICE
Dir.: Michael Mann
c/ Colin Farrel (Sonny Crockett), Jamie Foxx (Ricardo Tubbs), Gong Li (Isabella)
USA/2006/Thriller+++

Miami Vice fue una popular serie de TV en los años 80, que tuvo como una de sus características que los policías usaban ropa fina a la moda y manejaban alfa romeos (por eso se decía en broma que los policías de Miami debían ser los mejores pagados del mundo) Como sucede con otras series exitosísimas, tarde o temprano iba a ser llevada al cine. Esta vez de la mano de Michael Mann, que tiene en su haber el realizar buenos thrillers de raíz policial como Fuego contra fuego o Colateral, por lo que contaba con experiencia suficiente para el encargo.

Entre una serie y la película que se basa en ella, existen diferencias notables y mucho depende la mano del director y la creatividad e ingenio del mismo para recrear en imágenes el guión encomendado y no quedarse pautado en lo que la serie fue, por más exitosa que haya sido. Allí está el caso de de Palma y su barroca Misión Imposible (la primera de las tres entregas al cine) o del mismo Mann que es un buen artesano que sabe llevar a buen puerto una historia.

Lamentablemente la presente entrega no está a la altura de anteriores trabajos de Michael Mann. Es bastante convencional, está más al servicio de Colin Farrell, y si bien tiene un ritmo parejo no “levanta vuelo” en ningún momento. Eso sí, se nota la mano de Mann en el buen uso de escenarios nocturnos para el desarrollo de la historia –característica de su estilo- (la serie aprovechaba los paisajes de Miami a modo de video clip), en la tipificación de antihéroes de los personajes centrales (sobretodo el de Farrell colindante con los antihéroes del cine negro), que están a un milímetro de la ilegalidad para llegar a su cometido, aunque falla en presentar la historia de amor con Isabella, bastante artificial, los “villanos” son asépticamente limpios y no convencen (usan Internet para sus fechorías y asesinatos, tienen oficinas lujosísimas, visten trajes a la moda carísimos, más parecen ejecutivos de una gran trasnacional que villanos propiamente). La historia no logra salir de los cánones tradicionales, a diferencia, por ejemplo, de Caracortada de Brian de Palma, que también trata el tema del narcotráfico, pero eleva al personaje de Scarface interpretado por Pacino a personaje trágico, devorado por su propio destino, con un trasfondo barroco y sangriento que lo dotaba de riqueza visual. Mann es más medido, trata de contar la historia a la usanza de los clásicos, pero sin llegar más lejos, con el fondo de una música bastante chirriante y que no siempre corresponde a las escenas que presenciamos.

Para pasar el rato y sobretodo para los nostálgicos de la serie no está mal. Miami Vice cumple. Nada más.
lagartocine@yahoo.es