martes, junio 06, 2006



EL CÓDIGO DA VINCI [The Da Vinci code]
Dir.: Ron Howard
c/ Tom Hanks (Robert Langdon), Audrey Tautou (Sophie Neveu), Ian McKellen (Sir Leigh Teabing), Alfred Molina (Obispo Aringarosa), Paul Bettany (Silas), Jean Reno (Capitán Fache)
USA/2006/Thriller++

Generalmente éste tipo de películas tienen más publicidad que calidad cinematográfica propiamente.

La promoción gratuita que le concedió el Vaticano al prohibir al mundo católico ver la película sin duda ha hecho llenar las salas de todo el orbe. Para el ser humano basta que le digan que algo es prohibido para que motivado por su natural curiosidad quiera verlo. La alta jerarquía romana debería tener más en cuenta la historia del fruto prohibido narrada en el Génesis para saber como se comporta la naturaleza humana en estos casos.

Sin duda la “fatwa” (prohibición) emitida por el Papa y de la cual se ha hecho eco nuestro querido Cardenal, se debe a que el filme deja mal parado al Opus Dei, considerado poco menos que una banda de asesinos fanáticos que parecen compinches de la secta de Bin Laden (por citar un ejemplo, noten el nombrecito del personaje de Jean Reno, Capitán Fache, fascista).

Evidentemente que eso no ha gustado ni al Santo Padre ni al Cardenal Cipriani, ambos pertenecientes a dicha organización católica y poco amigos de la tolerancia ante el discenso de ideas.

Pero olvidan o no quieren reconocer que el filme es una ficción y no un documental histórico, y como ficción tiene la licencia para inventar cosas y combinarlas con los hechos “ciertos”, que es lo que la película elucubra a lo largo de las casi dos horas y media (y tengo entendido también el libro en que se inspiró): la supuesta descendencia de Jesús y María Magdalena y el origen no divino sino humano de su condición. Es decir, retornar a Jesús a su condición de hombre y de respetable profeta como fueron otros en la antigüedad.

Lo cual, por cierto, ya no llama al escándalo en la actualidad, si hacemos un análisis de religiones comparadas, y que vivimos en un tiempo ya no inquisitorial sino de libertad de expresión en un Estado democrático como bien lo señaló valientemente Monseñor Bambarén.

El filme materia de comentario la verdad que como thriller deja mucho que desear: deja pistas sueltas, desaprovecha momentos para acrecentar el suspenso, hace un abuso de los flashbacks que entorpecen la fluencia narrativa (claro, salvo que sea un Spike Lee), el tono grandilocuente con que se dicen los parlamentos (estamos ante la “revelación”) y la historia en general es bastante floja, por momentos pesada y carente de brillo, tornándose más bien ilustrativa del texto. En su haber están las buenas actuaciones tanto de Tom Hanks como el profesor que con su conocimiento deberá resolver los enigmas, de Audrey Tautou como la descendiente directa de Jesús y María Magdalena, así como de los demás protagónicos, empezando por el gran actor Ian McKellen. La calidad técnica fílmica también es impecable, pero faltó que esté en mejores manos que las de Ron Howard, el recordado 'Richie' Cunningham de la serie “Happy days”.

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