martes, mayo 25, 2010

ROBIN HOOD


Ridley Scott ha demostrado en los últimos años una predilección por lo que podríamos llamar el “drama histórico”, películas ambientadas en épocas pasadas, recreando ficcionalmente hechos registrados por la Historia con mayúsculas. Así tenemos Gladiador, Cruzada y su versión personal de Robin Hood.

Todas ellas tienen en común que la trama se sitúa en una época y personajes que existieron, a los que se añade otros de ficción, por lo cual estos últimos cobran “credibilidad” ante nuestros ojos. El “truco” está en que el espectador “se crea” la invención visionada, habilidad que como buen narrador posee Ridley Scott para llevar a buen puerto lo contado.

Robin Hood guarda relación con su otra película histórica inmediata anterior, Cruzada (Kingdom of Heaven, 2005), tanto en la época (edad media), como en el contexto donde se sitúa (las cruzadas) y ciertos personajes que existieron (Ricardo Corazón de León, Juan sin tierra). Contextualizada la trama, el otro escollo era el perfil del personaje principal, escollo difícil de superar dado que existe un “arquetipo” de Robin Hood que se ha ido construyendo a lo largo de la historia del cine: es el tipo ágil, valiente, seductor, justiciero y joven por añadidura. Solo Richard Lester en su Robin y Marian (1976) se atrevió a romper ese esquema mostrándonos un Robin Hood crepuscular, cansado de las guerras santas y las matanzas para satisfacer el ego de los reyes, que busca reencontrar al final de la vida su viejo amor. Notable y melancólica película con dos actores muy en caja para los roles: Sean Connery y Audrey Hepburn.

El Robin Hood de Ridley Scott más bien es un tipo ya maduro, no un joven, de procedencia popular, mercenario de las guerras santas que libran Ricardo y los reyes cristianos, un tanto pendenciero, con castigos ganados por su insubordinación, que circunstancialmente, por esos azares de la vida, llevará la corona del rey muerto y la espada de un noble caído en combate. En cierta forma podemos decir que se trata de una “precuela”, de la historia de la génesis del personaje y cómo se convierte en la leyenda del célebre ladrón que roba a los ricos para darles a los pobres: estamos en la etapa anterior a la que han contado las demás historias del legendario bandolero.

La Marion retratada tampoco es una dama refinada y desvalida, si bien de procedencia noble, por la miseria causada por las guerras y los impuestos debe trabajar codo a codo con sus súbditos y es mujer de armas tomar, que no se amilana ante el peligro. Ese encuentro entre dos personajes muy distintos al perfil que la filmografía de Hollywood ha dibujado sobre el héroe y su dama es lo que hace atractiva la historia. Como siempre, habrá peligro, momentos de acción y una batalla contra “los malos”.

Otro ingrediente interesante en esta nueva versión es “la lucha por el poder” dentro de la realeza: las conspiraciones, alianzas y traiciones para acceder al trono ocupan buen espacio de la cinta. Los reyes no son buenos ni justicieros, y cuando existen abusos es válido rebelarse. Y si bien el filme no contiene la carga ideológica de Cruzada, si tenemos a un Robin Hood “más contemporáneo” en el sentido que es un hacedor de su propio destino antes que resignarse a su condición, un tipo más individualista y material que romántico y apolíneo, con un escepticismo frente a lo que significan los designios divinos más cercano a nuestra forma de pensar que la existente en aquella época.

Interesante propuesta del personaje, dando un “giro de tuerca” y volviendo a contar con nuevos bríos una historia mil veces contada.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


ROBIN HOOD
Dir: Ridley Scott
Guión: Brian Helgeland
c/ Russell Crowe (Robin Longstride), Cate Blanchett (Marion Loxley), Max von Sydow (Sir Walter Loxley), William Hurt (William Marshal), Oscar Isaac (Prince John), Danny Huston (King Richard The Lionheart), Matthew Macfadyen (Sheriff of Nottingham)
EEUU, UK/2010/Acción, drama histórico***/Estrenos

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