lunes, noviembre 27, 2006


MARIPOSA NEGRA
Dir.: Francisco Lombardi
c/ Melania Urbina (Gabriela), Magdiel Ugaz (Ángela), Ivonne Frayssinett (Doti), Gustavo Bueno (Osmán)
Perú-España/2006/Drama+++

La temática de Francisco Lombardi siempre ha girado en torno al poder y las consecuencias de ejercerlo sin medidas. Allí están sus mejores películas. Desde su primer largo, Muerte al amanecer, pasando por La ciudad y los perros, La boca del lobo, Caídos del cielo, Bajo la piel y otros títulos más. Su cine es sociologista, en el sentido que trata de retratar una época determinada, pero sin quedarse en lo anecdótico o superficial, sino que a partir de la anécdota escarba en las entrañas del sistema.

Era evidente que siguiendo esa temática. la era Fujimori o el Perú de los años 90 no iba a pasar desapercibido para el realizador. Primero fue Ojos que no ven, película coral, con múltiples actores y situaciones, y resultado irregular, y la más consolidada argumentativamente y más reflexiva, Mariposa negra.

Narrada en forma de un largo flash back por el personaje de Ángela (una excelente Magdiel Ugaz) periodista de la prensa chicha típica de los 90 (aquella que enlodaba honras de los que se oponían al régimen corrupto de Fujimori-Montesinos), y que nos va contando cómo primero conoció a Gabriela (Melania Urbina) y después se convertirá en su cómplice, ayudándola en su venganza, con un doble final de lo que pudo pasarle a la protagonista cuando ingresa al SIN para jamás salir de allí. En el medio una galería de personajes corruptos, que viven del régimen, donde sobresale Doti (interpretado por una destacadísima Ivonne Frayssinett), la ejecutiva lesbiana que proporciona prostitutas de lujo a Montesinos y su entorno, y el no menos perverso y obsecuente Osmán (Gustavo Bueno), el director del diario El papi, digitado por la corrupción a fin de hacer aparecer el asesinato del novio de Gabriela, un juez probo que se niega a servir a la mafia, como un crimen en una orgía gay.

La venganza como leit motiv de la protagonista es lo que hace avanzar la acción, descendiendo de su ingenuidad inicial de chica inocente de clase media que se casará con toda la ilusión que a una jovencita le conlleva ese momento hasta el de la fría venganza, donde no importa lo que se haga, a fin de honrar la memoria del novio asesinado. Católica militante, la mueve esa fe que sólo los creyentes pueden tener (nótese como se baña con fruición cada vez que comete un acto más que la lleva a la degradación, como si se limpiara de los pecados cometidos) en un irremediable descenso al infierno para jamás regresar.
Pero si Gabriela desciende a ese mundo; el personaje de Ángela hace un camino inverso. Hastiada del lodazal chicha donde la honra de las personas no vale nada y se ofrecen “calatas” en la portada de los periódicos para embrutecer más a la gente (eficiente combinación de sexo y morbo), encontrará en la causa de Gabriela el medio para salir de ese mundo, ascender a una puridad ética reflejada en la escena final donde en reemplazo de Gabriela le llevará flores frescas a la tumba del novio asesinado, encarnación de esa puridad o decencia que se busca alcanzar. En el camino las mariposas, símbolo de la trasformación que ambas van a sufrir.

Nada de esto hubiera sido posible sin las excelentes actuaciones, y si bien Magdiel Ugaz y los coprotagónicos están excelentes, la actuación de Melania Urbina es sobresaliente; su encarnación de la novia en busca de venganza hace creíble al personaje y que nos identifiquemos con ella, cosa que sólo sucede cuando el actor se ha compenetrado totalmente con el personaje. Merecido el premio que recibió en el extranjero, y que corrobora una vez más que el cine nacional tiene buenos exponentes y que más se valora el trabajo de nuestros connacionales afuera que entre los propios peruanos.

Pos data: Parece que el “crítico” que tiene una columna en el dominical de el diario decano ha visto otra película. El mismo que elogiaba hasta el exceso nauseabundo a “Madeinusa” y “le reventaba cohetes” a la ex alumna, poniéndola casi casi al nivel de un Orson Welles femenino; ahora apostrofa de Mariposa negra con la misma nausea con que ensalzaba a la otra. Una de dos, o debe ya usar lentes o quitarse los que tiene y usar nueva medida. Su otrora capacidad crítica es cosa ya del pasado (como dicen los muchachos ahora “ya fue”), ahora critica con el hígado o con el corazón, dependiendo las circunstancias o el humor. Lástima que termine así.
lagartocine@yahoo.es

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