Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
Cuando la Disney compró
la productora de George Lucas por cuatro
mil millones de dólares, sabía que compraba una mina de oro. No solo por la
continuación de la trilogía original, sino por los personajes o situaciones
secundarias que pueden tener protagonismo (los llamados, en la jerga del cine, spin off). Se dice que la base de datos
comprada, el imaginario Lucasiano,
abarca un sinfín de hechos, situaciones, historias y personajes que darían para
una explotación comercial por largos y largos años. Ya se anuncia un proyecto
con las aventuras del joven Han Solo, por lo que Rogue One es apenas un botón de muestra.
Situada poco antes del
episodio 4, narra el robo de los planos de la
estrella de la muerte, la colosal estación-satélite que puede acabar con
mundos enteros. Recordemos que en el epìsodio 4 (Una nueva esperanza), momentos previos al ataque que destruiría la
estación, se dice que el costo de obtener los planos fue alto, en lo cual
apreciamos que se le ensombrece el rostro a la generala que va explicando los
hechos. Y viendo el filme, el costo, sí, fue bastante alto.
Aparte de la usual
parafernalia, lo que más llama la atención son los personajes. Ya no se trata
de seres “químicamente puros” como la princesa Leia o Luke, sino con matices
que los hace más interesantes: son seres desalmados, bribones, sin principios,
pero que al final luchan por una noble causa (el título original juega con la
palabra Rogue, bribón en inglés).
Pueden matar sin
escrúpulos, en nombre de la alianza rebelde, si así se les ordena. Usan métodos
vedados como el asesinato selectivo, al igual que sus oponentes. Los “buenos”
no manejan “el código de nobleza” que apreciábamos en la trilogía central. Un
tanto que se respira el clima de las ejecuciones extrajudiciales post 11-S que
se dieron en los gobiernos de Bush Jr. y del propio Obama.
Como bien apuntó
Federico de Cárdenas, esos personajes están emparentados con los del filme Doce del patíbulo (The Dirty dozen,1967).
Desalmados, bribones, asesinos, que van a una misión suicida y muerte segura.
Aunque le faltó la cuota
de humor a los personajes “de carne y hueso” (demasiado encorsetados en su
rol), esa cuota la salva el androide K-2SO,
un humor entre sarcástico, socarrón y negro, preciso para la trama.
Con los reparos anotados, de todas maneras Rogue One no decepciona a los fanáticos
de la saga, en un calentamiento previo al VIII episodio de la trilogía central.
ROGUE ONE: UNA HISTORIA DE STAR WARS [Rogue One]
Dir: Gareth
Edwards
Guión: Chris
Weitz, Tony Gilroy
c/ Felicity Jones (Jyn Erso), Diego Luna (Cassian Andor),
Ben Mendelsohn (Orson Krennic), Alan Tudyk (K-2SO)
EEUU/2016/Acción,
aventuras***/Estrenos