jueves, agosto 11, 2016

UNA IMAGEN DE UNIÓN Y FELICIDAD DE CLASES

La película Asu mare 2 (Perú, 2015) termina con el matrimonio del protagonista y la “chica de alta sociedad”; pero si bien es el símbolo de la unión y felicidad de dos clases sociales totalmente opuestas (o como dice optimistamente una de las protagonistas “dos mundos increíbles que se han juntado”), lo que sigue en los minutos siguientes es la confirmación del mensaje: todos bailan y cantan juntos y felices, las diferencias de etnia, posición social y cultura se borran y lo que importa es la calidad del ser humano, más allá de lo físico o material.

Imagen utópica o idílica más que real pero que obedece a un sustrato.

Las representaciones simbólicas son necesarias para expresar un arquetipo. Puede ser el de la diferencia, la fuerza, la desdicha, pero también la unión, el amor o la felicidad. Y también el interés de una clase social. Dependerá de cada sociedad o época establecerlo.

Por ejemplo, el vals El Plebeyo narra una historia similar, pero que en la época (años treinta del siglo pasado) era totalmente imposible, un amor prohibido, más un lamento que un deseo que se pueda materializar. Por qué señor los seres no son de igual valor, alude trágica y directamente a las diferenciaciones marcadas en la Lima de inicios del siglo anterior.

Una representación simbólica puede expresar un futuro deseable, algo que no es pero se aspira a ser. Es el caso de la imagen final de la película bajo comentario. Expresa un deseo más que una realidad. Un deseo de superar los lastres y taras de la sociedad peruana. O, para ser preciso, más el deseo aspiracional de un sector social del Perú de hoy. (Y reparemos que en la escena inicial subyace un “miedo” del protagonista principal a que el matrimonio no se consume, apresurando al sacerdote para que termine el ritual de la boda, ante la entrada desbocada de sus amigos de barrio a la iglesia y vayan estos a “malograr” la ceremonia y su ascenso social, revelando su origen “humilde”).

Pero, “el acomodo” del personaje central también implica la aceptación de su matrimonio “por los de arriba”. Una suerte de bendición que conlleva su aceptación como nuevo integrante del mundo de los ricos. (Nótese que es con la anuencia de la Iglesia católica, que funciona en el presente caso como institución legitimadora de la unión de clases). El protagonista no busca romper el esquema de valores y diferencias de la sociedad, sino aspira a llegar al lugar alto de la pirámide social. Un acomodo de los nuevos ricos. Visión que se condice con la de cierto sector social neoconservador que en el Perú de los últimos años emergió de los sectores populares conformando una nueva clase media.

Un sector social con escasa cultura y educación formal, cuyos negocios por lo general han prosperado en la informalidad y a veces en lo ilícito, y que aspira a vivir como lo hacen los ricos, su modelo de referencia. Es, si se quiere, la revolución silenciosa y conservadora del Perú de los últimos cuarenta años. Movilidad social, “emprendedurismo”, que comenzó en los años setenta, cuando el gobierno militar rompe una serie de taras sociales y discriminaciones y se revalora “lo cholo”, continua en los ochenta por inercia y resistencia al terrorismo, y toma su giro “capitalista” y definitivo en los noventa de la era Fujimori.

Veblen (Teoría de la clase ociosa) tenía razón cuando afirmaba que “los de abajo” tienen como modelo aspiracional a parecerse a “los de arriba”. Existe una imitación de los hábitos, costumbres y forma de ser, incluyendo la ideología y “formas de explotación” que son asumidas por los que se encuentran en la base de la pirámide (lo que algunos sociólogos locales han denominado la lumpenburguesía). Y la película bajo comentario lo refleja muy bien.

Pero, ese proceso de movilidad social no habría sido completo sin la necesaria globalización mundial iniciada a fines del siglo XX y que significó importar una serie de valores de Occidente, entre ellos el individualismo y el exitismo a toda costa y sin importar demasiado los reparos éticos. Todo se compra, todo se vende.

Democracia representativa y economía de mercado. El modelo trae desigualdades evidentes, pero permite a su vez que los de abajo puedan tener la oportunidad de ascender a través de ciertos mecanismos como la educación, la política o el dinero simple y llano (a veces obtenido de forma no tan lícita como muchas de las grandes fortunas de hoy o de ayer). Lo que a su vez trae la conformación de esa nueva clase social, deudora de la informalidad y del fujimorismo puro y duro de los noventa.

Se me queda en el tintero la importancia de los grupos evangélicos en todos estos cambios. Como diría Weber, la importancia de los valores de la ética protestante, como el trabajo, el esfuerzo individual y la disciplina, que permite a la gente centrarse en sus objetivos, valores que ayudaron a difundir los distintos grupos evangélicos afincados en el país, moldeando así una “mentalidad capitalista”.

Quizás la imagen final de Asu mare 2 fue más un cliché de happy end del protagonista; pero, como sucede con el arte, expresa a veces sin querer, más allá de la intencionalidad de su autor, y logra sintonizar intuitivamente con los sentires, ideas  y vivencias de una época determinada, de un Perú contemporáneo todavía en constante ebulllición.

Resultado de imagen para asu mare 2

No hay comentarios.: