Por: Eduardo
Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
ejj39@hotmail.com
@ejj2107
Dir y guión.: Álvaro
Velarde
c/ Guillermo Rossini,
Hernan Vidaurre, Manolo Rojas, Giovanna
Castro, César Ritter, Mónica Sánchez, Saskia Bernaola, Bernie
Paz, Alberick
Garcia Cerna
Perú/2016/Comedia**/Cine/Estrenos
Se tenía conocimiento
que hace buen tiempo Los chistosos,
los imitadores de políticos que todas las tardes por las ondas de RPP le dan un
toque jocoso al quehacer político local, querían incursionar en el cine. Por
otra parte, Álvaro Velarde, el director, es el único cineasta peruano que se ha
dedicado en serio a la comedia, en especial a la de tintes farsescos, como lo
demostró con su ópera prima El destino no
tiene favoritos (2003), por lo que encajaba bien en el proyecto de llevar a
la pantalla grande las ocurrencias del trío vespertino (que ahora son
cuarteto); y, de paso, era su oportunidad de llegar a un amplio público, lo que
hasta la fecha le había sido esquivo (su segundo largo Como quien no quiere la cosa -2013- pasó medio desapercibido).
La labor de Velarde
en El candidato ha consistido en darle forma a un conjunto de sketchs
radiales, cuya ironía o sarcasmo acaba al minuto, en una obra de más largo
aliento, con caracterizaciones ya preestablecidas, reconocibles para el público
nativo (Toledo, Alan, Humala, sus respectivas y ambiciosas consortes, y hasta
una aparente Verónika Mendoza), apenas retocados con un ligero barniz.
No queda duda que a
veces lo logra y a veces no, dado que en más de una ocasión la comicidad se
acaba en el momento, como en los sketchs radiales; pero Velarde se las ingenia
para, dentro de esas limitaciones, sacar provecho de las caricaturizaciones
farsescas de los políticos conocidos, dándoles hasta un toque mágico, muy en
caja, que resuelve la trama (el brebaje para decir la verdad, algo nefasto para
un político).
Si en El destino no tiene favoritos era
parodiar el melodrama, en El candidato
lo ha intentado con el mundo de la política, enfatizando mucho más el elemento
farsesco, lindante con la caricatura. Basta revisar los nombres de los
personajes: Ego, Napoleón, Amaru, o los padres de Amaru, totalmente
caricaturescos hasta lo chabacano; acentuando y desconfigurándolo totalmente el
discurso mesiánico nacionalista del patriarca de la familia Humala. (Aunque
tenía más elementos para burlarse que los desaprovechó, no solo la supuesta
extensión geográfica del imperio incaico, sino también la raza cobriza como regeneradora del hombre peruano, a la que
aludía constantemente el patriarca en los años de febril nacionalismo).
Reiteramos, no
siempre lo logra, dado que, por la estructura de la puesta en escena, se queda
en la risa fácil y superficial del momento. Quizás requería de mayor libertad y
limitar esos grandes temperamentos de la comedia peruana como son Los chistosos, que en el mundo radial
son como pez en el agua, pero requerían someterse a las reglas de la comedia
satírica de largo aliento, y no únicamente repetir sus papeles.
El resultado final no
es del todo satisfactorio. En un trabajo por encargo, con personajes y
elementos bastante limitados y preestablecidos –incluyendo presupuesto, se nota
la austeridad-, hacer un largo de 90 minutos a punta de sketchs es bastante
difícil y complicado. Esperemos que su siguiente largo sea más prometedor.
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