miércoles, mayo 27, 2015

MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

El australiano George Miller (1945) se hizo conocido en los años ochenta por una trilogía sobre un héroe solitario que, habiendo perdido a su familia, lucha a su manera contra aquellos que quieren imponer su dominio despótico en un mundo donde apenas quedan retazos de civilización luego de la catástrofe nuclear, mundo donde se vuelven bienes preciosos el agua, la comida, la gasolina y las armas.

Mezcla de road movie, con cine de acción y género distópico (aquel que cuenta historias de una humanidad azolada en el futuro por catástrofes naturales o creadas por el hombre), la sobrevivencia se vuelve el nervio de la acción de los personajes. Un elemento central son los vehículos, viejos, sucios, pero útilles para perseguir o fugarse, y que usualmente terminan en choques o explosiones estrepitosas.

A diferencia de otras secuelas que, en cuanto a originalidad e interés, van de más a menos, conforme “la veta” de la franquicia se va agotando; la de Mad Max ha ido en sentido contrario, así como ganando en complejidad (y en presupuesto): cada nueva entrega es superior a la anterior, lo que evidencia una exigencia y rigurosidad autoral, más allá de tratarse de un cine de género, usualmente ninguneado.

Precisamente, Miller se volcó desde sus orígenes a la explotación del llamado cine de género o cine comercial (primero el cine apocalíptico y luego, en EEUU, el cine infantil), sin descuidar la habilidad de contar bien una historia; y así la trilogía del héroe de la carretera se convirtió en filmes de culto, visto tanto por generaciones actuales gracias al dvd y blue ray, como por aquellos que la disfrutaron el día de su estreno. Incluso ha inspirado a muchos realizadores jóvenes, que encontraron un camino para sus películas.

La saga de Mad Max le permitió el ingreso a la industria de Hollywood, como sucedió con muchos de sus connacionales que pertenecieron a “la nueva ola” del cine australiano de aquellos años. De igual manera, significó el ingreso a la industria de un joven Mel Gibson, que haría carrera propia años después.

No obstante, como también les sucedió a muchos de sus connacionales, el ingresar a Hollywood no significó una autonomía autoral, sino trabajar en proyectos dependientes, más de encargo que personales. Quizás Miller fue el que mejor sobrellevó los encargos del cine norteamericano, sin descuidar –como ya señalamos- la calidad del producto, siendo el más notorio de ellos Happy Feet (2006), que incluso le valió un Óscar.

A inicios del presente siglo decide retomar la saga que le valió fama y fortuna treinta años atrás; aunque el proyecto demoró en cuajar debido a la preparación del guión (con varios borradores iniciales) y al financiamiento, que esta vez fue mucho más generoso que el de la trilogía anterior (150 millones de dólares, cifra muy superior a las tres primeras entregas), permitiéndole mayores efectos, filmar en distintas locaciones y mayor cantidad de vehículos estrellados. (Aunque, por declaraciones del propio director, ha tratado de minimizar los efectos por computadora).

La estructura de las tres cintas anteriores se emparenta con la actual: El ex policía Max Rockatansky decide ayudar a un grupo de personas que quieren cruzar el desierto cargado de peligros y de vándalos, a fin de llegar a un lugar más vivible. En el medio, lo mejor son las batallas entre carros, correrías y explosiones por doquier, en un estilo bastante bizarro que, curiosamente, por la atmósfera surreal de ese mundo post apocalíptico, no desentona. (Magistral la guitarra que escupe fuego).

Con la que guarda más semejanza quizás sea con la segunda entrega (1981), en la idea de llegar a una suerte de paraíso, cruzando el desierto y sus peligros; aunque esta vez las personas socorridas son mujeres, que pertenecen al harén del inmortal Joe, quien destina las hijas para placer propio y los varones para la guerra, volviendo al incesto primario de los clanes familiares.

Otra diferencia se encuentra en que ahora tenemos una suerte de Max femenino, la emperadora Furiosa, interpretada por Charlize Theron y que comandará la fuga de las esposas de Joe.

Es  cierto que tenemos un lado femenino en el asunto (más femenino que feminista), un tanto por los tiempos que corren. No solamente por la contraparte de Max (el personaje de Charlize Theron se encuentra al  mismo nivel del protagónico), sino por este renacer de la esperanza en la humanidad puesta en las mujeres (mientras la destrucción es obra de los hombres). Una vuelta al matriarcado, reflejado muy bien cuando una de las chicas toma las semillas de la anciana que muere, como indicando que continúa con el legado de crear vida. (La idea de un futuro gobernado por mujeres también se encontraba en la tercera entrega de la saga –1985-, con una Tina Turner que imponía la ley y el orden en una ciudadela donde se respetaba más la propiedad que la vida, al más puro estilo del capitalismo salvaje).

Por el éxito de crítica y público recibido (Cannes lo aplaudió), se ha confirmado una quinta entrega de Mad Max. Le va a ser difícil a Miller superar la cuarta entrega; de todas maneras estaremos a la expectativa.


MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA [Mad Max: Fury Road]
Dir: George Miller      
Guión: George Miller, Brendan McCarthy, Nick Lathouris 
c/ Tom Hardy (Max Rockatansky), Charlize Theron (Imperator Furiosa), Nicholas Hoult            (Nux), Hugh Keays-Byrne (Immortan Joe)
Australia,EEUU/2015/Acción, CF****/Estrenos


miércoles, mayo 20, 2015

NINFOMANÍACA VOL 2

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107


Si la primera parte es el ascenso risueño y placentero de la protagonista en su activa vida sexual, la segunda implica “el descenso a los infiernos”, el pecado y la culpa.

En la parte anterior dejamos a Joe más o menos libre y contenta ejerciendo su sexualidad; en esta segunda implica ciertas trasgresiones que permitan “sensaciones más fuertes” como las relaciones sadomasoquistas a las que se somete, el placer con dos hombres a la vez, o el amor lésbico hacia su pupila, a la que va enseñando las artes de la coacción. En paralelo a ello, por el frenético ejercicio sexual, va notando un deterioro progresivo de su organismo y su psique, así como la pérdida de su familia, sabiendo que su adicción al sexo es un ejercicio sin vínculos consanguíneos o afectuosos.

Por cierto, el escepticismo que tiene el realizador por el género humano se manifiesta en el comportamiento de P, su pupila, por la que siente una mezcla de afecto y sentimiento maternal, que le retribuirá ese cariño con el desprecio, en la escena donde Joe es golpeada y vejada brutalmente, por la chica y su amante.

Lo más rocambolesco es la incursión de Joe en el mundo de la mafia que cobra coactivamente a los deudores morosos (con un Willem Dafoe bastante en caja); forzando el realizador una salida folletinesca.

Lo mejor del segundo volúmen: como Joe va detectando la debilidad de un cliente moroso, conforme su miembro viril se va elevando, indicador de su predilección sexual por los menores.

Y lo más forzado: el final. Donde el asexual Seligman siente el deseo irrefrenable de tener sexo con Joe, lo que pagará con su vida.

No por ello deja de interesar la película, estructurada a la manera de Las mil y una noches, con una Sherezada moderna y precozmente sexual, que va contando distintas historias que mantienen en vilo a su oyente.


NINFOMANÍACA VOL 2  [Nymphomaniac: Vol. II] 
Dir y Guión: Lars von Trier
c/ Charlotte Gainsbourg (Joe), Stellan Skarsgård (Seligman), Stacy Martin (Young Joe), Shia LaBeouf            (Jerôme), Christian Slater (Joe's Father), Uma Thurman (Mrs. H), Sophie Kennedy Clark (B), Willem Dafoe (L), Mia Goth (P)
Dinamarca/2013/Drama****/Estrenos