Por: Eduardo
Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
ejj39@hotmail.com
@ejj2107
La
Ola está basada en un hecho real. Allá, por 1967, un profesor de historia, Ron
Jones, experimenta en California con un grupo de alumnos de secundaria a fin
que vivan en carne propia como se genera el fascismo en ciudadanos comunes y
corrientes desde comportamientos aparentemente comunes como la disciplina, la
pertenencia a un grupo, el orgullo de ser parte del mismo, un símbolo, un
saludo, hasta desafiar la memoria histórica de un pasado horrendo. El
experimento se le escapa de las manos al profesor, como sucede con el personaje
del filme, por lo que tiene que suspenderlo, no sin antes, mediante un efecto
de shock teatralizado, reuniendo a sus alumnos en el auditorio de la escuela,
demostrarles que pueden ser fácilmente manipulables y devenir en un grupo
fascista.
La
trama de la película sigue el devenir de los hechos, tal como sucedieron
–obviando la secuencia final del suicidio del joven Tim, recurso más bien
dramático-, incluso con una cronología del día a día en la semana, como lo
anotaba el profesor Jones en su diario.
Lo
inquietante es que el filme se ambienta en la Alemania actual, demostrando que,
más allá de las formas democráticas y el ambiente liberal que se vive, puede
devenir un ciudadano común y corriente en autoritario, si existen ciertas
condiciones que permitan aflorar ese otro yo. Es el sustrato de la banalidad
del mal que sostenía Hannah Arendt.
Como
en el experimento real, en la película también se parte de un proyecto escolar
más o menos anodino (qué es la autocracia), siendo el público objetivo un grupo
de jóvenes indisciplinados, con bajo rendimiento académico, nula participación
deportiva y escasa identificación a un grupo. Lo que consiguen, como grupo, en
los días que se ejecuta el proyecto, es un sentido de pertenencia, de estar
orgullosos de pertenecer a un grupo, con reglas y estructura jerarquizada, y a
la cabeza un “Führer”, guía incuestionable, tal como sucedió en la Alemania
nazi de los años treinta. Así comienzan a tener logros académicos, a ser
disciplinados, a mejorar su conducta y a protegerse mutuamente ante los
“extraños”. Un grupo de perdedores siente que tiene futuro, un “destino manifiesto”
y una serie de valores que deben ser impuestos a los demás, incluso a la
fuerza. La historia humana está repleta de esos casos.
Si
bien se podrá argüir que la mente de un joven es más fácilmente manipulable, no
obstante, ciertas condiciones externas pueden hacer aflorar el otro yo
autoritario que todos tenemos y, como dirían los etólogos, nosotros venimos de
una estructura jerarquizada, como son los simios. La cultura y los valores en
democracia nos permiten un comportamiento más horizontal, pero llevamos un
“animal dentro”.
Desde
ese punto de vista es interesante e inquitante la película, porque pone como
hipótesis que, bajo ciertas condiciones, puede “resucitar” un pasado abominable
que creíamos sepultado en el tiempo. Al final de cuentas, los millones que
apoyaron el nacionalsocialismo en los años treinta eran ciudadanos comunes y
corrientes. Los hechos que actualmente suceden en Europa, como el surgimiento
de grupos neonazis, partidos y grupos políticos ultranacionalistas y xenófobos,
le dan la razón.
LA
OLA [Die Welle]
Dir:
Dennis Gansel
Guión:
Johnny Dawkins, basado en la novela La Ola de Morton Rhue
c/ Jürgen Vogel (Rainer Wenger), Frederick Lau (Tim
Stoltefuss), Max Riemelt (Marco), Jennifer Ulrich (Karo), Christiane Paul (Anke Wenger)
Ale/2008
/Drama***/Las que nunca se estrenaron
No hay comentarios.:
Publicar un comentario