Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
La ópera
prima de Aldo Miyashiro evidencia un interés didáctico y de denuncia sobre la
violación impune de mujeres en nuestro país (los créditos finales dan cuenta de
una acuciosa investigación previa), así como la ineficacia de la administración
de justicia en resolver el conflicto social. Quizás ese afán didáctico y de
denuncia es lo que “lastra” el filme que cuenta con una interesante primera
parte.
Atacada se encuentra dentro del grupo de
películas que se denomina cine de
propaganda o proselitista, donde el realizador o los productores buscan
resaltar una idea, una persona o un hecho determinado, sea apologéticamente o
como denuncia. Casi siempre existe un interés ideológico, religioso o político
en el tema. Fue el cine de, por ejemplo, la documentalista alemana Leni
Riefenstahl, donde resaltaba las supuestas bondades de la raza aria en la época
del nazismo; o, más recientemente, de películas como Cristiada, donde se hacía apología de la heroicidad de los
católicos que murieron en la llamada guerra de los cristeros, en el México post
revolucionario.
El gran
peligro del cine de propaganda o proselitista es caer en los esquemas o
clichés. Vale decir todo se encuentra en función de la idea o el concepto.
Personajes y trama van en función a lo que se quiere denunciar o resaltar. Y
ese es el principal problema de Atacada,
subtitulada existencialmente como La
teoría del dolor.
La película
tiene cuatro partes claramente delimitadas: la etapa previa a la violación
donde conocemos a Andrea y a su entorno. La violación propiamente. La tercera
es el shock post traumático y el inútil juicio que sigue contra Rodrigo, el
violador. La última es la venganza personal. Hay un epílogo donde vemos al
personaje algunos años después tratando de rehacer su vida.
Las tres
primeras partes (la etapa previa a la violación, la fiesta donde se produce, la
inútil batalla legal de Andrea -muy al estilo anglosajón-) tienen ese afán de
demostrar los efectos de la violación perpetrada y la ineficacia de la justicia
en nuestro país cuando se trata de los poderosos, como lo evidencia la
desaparición de los videos que registraron el hecho, y la “compra” de testigos
y del propio médico legista. La esquematicidad de los personajes es evidente:
los “buenos” son marcadamente buenos, y los “malos” marcadamente malos. Y en
ese punto es donde se desequilibra la película: por demostrar una idea (la
ineficacia del sistema de administración de justicia frente a un hecho tan
clamoroso de violación) tenemos personajes que no llegan a desarrollar del todo
y quedan como portavoces de una idea. Aparecen más como figuras, pero les falta
densidad.
No obstante,
pudo haber sido un mal menor, si el filme no se dilatase tanto con un giro
rocambolesco donde se da cuenta de la venganza de los amigos de Andrea contra
Rodrigo. La película pierde rumbo del todo, entramos truculentamente al cine gore, y se acentúa la parte
melodramática con el internamiento de la protagonista en un penal por ser
supuestamente “autora intelectual” del delito, amén del padre que fallece de
tristeza y un pequeño que la espera a su salida de la cárcel (suponemos producto
de la violación). Acá desbarranca del todo, cuando pudo tener un buen corte con
el fin del juicio y un breve epílogo sobre la protagonista.
Es meritorio
que Miyashiro haya tratado un tema que casi es de género y lo tratan por lo
general mujeres. Vale el intento (y se debe ser muy hombre para hacerlo).
Esperemos que en su siguiente largo pueda equilibrar mejor las cosas.
ATACADA
Dir y Guión: Aldo Miyashiro
c/ Érika
Villalobos (Andrea), Jason Day (Rodrigo), Eduardo Cesti (padre de Rodrigo),
Carlos Gassols (padre de Andrea), Christian Rivero (Diego)
Perú/2015/Drama**/Estrenos
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