Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
Es raro que ingrese una película rusa a
nuestro medio, pero así son las casualidades: y lo hace con un tema que está
retornando a la pantalla grande: el de la segunda guerra mundial, conocida
entre los rusos como la gran guerra
patria y, para ellos, de hondo significado histórico y nacional.
Estamos hacia el final de la segunda guerra,
en el frente ruso el avance soviético es incontenible, no obstante lo frena un
extraño tanque alemán bautizado como el tigre blanco por su color. Ninguno de
los tanques convencionales ha podido contra él, ganando fama de ser un tanque fantasma, eligiendo entonces la
oficialidad al mando que sea un tanquista, Naydenov, que de milagro ha
sobrevivido a las graves quemaduras a costa de la memoria (no recuerda quién es
ni de dónde viene) quien lo enfrente.
Aparentemente el relato avanza hacia un
enfrentamiento entre Naydenov y el tigre blanco; pero hacia el final la
película da un giro radical y descoloca la resolución para enfocarse en la
capitulación alemana y las confesiones de un Hitler, ya acabado, sobre la
guerra.
Ese giro puede descolocar a muchos espectadores;
pero la intención del director –como lo señaló en una entrevista- es
reflexionar sobre lo inevitable que es la guerra, como mal inherente al hombre.
Por eso no existe la esperada confrontación final entre Naydenov y el tigre
blanco, dado que –como dice el protagonista- puede ser en diez, veinte o cien
años. El propio Naydenov puede ser incluso un “fantasma”, ya que es imposible
sobrevivir a tan graves quemaduras, así como a su estoica alimentación (“apenas
mastica pan” dicen sus compañeros) y a que “habla” o se comunica con los
tanques como si se tratase de seres vivos.
A ello se refuerza “la confesión final” de un
Hitler anciano (cambiando el sentido de la historia oficial, como lo hizo Bastardos sin gloria), donde reflexiona
sobre la inevitabilidad de las guerras y la justificación europea que existió
para eliminar a los judíos e invadir Rusia (lo cual es cierto, existió un
ambiente ideológico y propagandístico para ambos hechos). Y que la historia,
como sucede en diferentes ocasiones, la escriben los vencedores. La elección de
la música de Richard Wagner (gran difusor musical de la nacionalidad alemana) no es casual, dado que durante el
nacionalsocialismo se le profesó un culto exacerbado.
Al hacerlo intemporal el relato, así como la
presencia fantasmal del tanque (que nos remite de inmediato a Moby Dick), nos encontramos ante una
reflexión sobre la inevitabilidad del mal y su secuela la guerra, lo que se
evidencia en el surgimiento de grupos neonazis y la xenofobia que ha regresado
a Alemania, así como la discriminación que se vive en Europa contra todo aquel
no considerado “occidental”.
Son cuestiones que dan para reflexionar y si
bien el giro dramático final puede no convencer demasiado, ello no quita que
estamos ante una interesante película bélica que va más allá de las batallas.
EL
TIGRE BLANCO [Belyy tigr]
Dir: Karen Shakhnazarov
Writers: Aleksandr Borodyanskiy basado en el
cuento de Ilya Boyashov
Aleksey Vertkov (Naydenov), Vitaliy
Kishchenko (Fedotov), Valeriy Grishko (Zhukov)
Rusia/2012/Acción bélica***/Estrenos
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