Al igual que Daniel Rodríguez con El vientre, Frank Pérez-Garland decide
emprender una película “de género”. En buen romance, el uso de una fórmula (de
terror, suspenso, romance, comedia) que permita una captación de público
masivo. Lo cual no es censurable, ni debe ser mal visto. Existen excelentes
filmes “de género”, superiores a muchos “de autor” (de donde procede la
experiencia de Pérez-Garland). La única forma de poderse reencontrar con un
público masivo es con películas que sean atractivas para la mayor cantidad de
espectadores y, seamos sinceros, ello solo se logra con películas “de género”.
Y, por añadidura, consolidar una industria nacional de cine solo se consigue
produciendo películas de este tipo (sin menoscabo de los filmes más personales
que se puedan hacer apoyados casi siempre por el estado).
El argumento de La cara del diablo gira en torno al mito del tunche, suerte de demonio de la selva que anuncia su presencia a la
víctima con un silbido muy agudo. Como es de esperarse, un grupo de jóvenes
universitarios pasa sus vacaciones en un lugar ignoto y paradisíaco de la
selva, desconociendo el peligro que los rodea, muriendo uno a uno a manos del
demonio selvático. Como sucede también, tenemos uno de los personajes que es
atípico por alguna razón. Es el personaje de Lucero, cuya madre (interpretada
por Vanessa Saba) fue poseída por un demonio y sometida a exorcismo por el
padre de la muchacha.
Lo que quizás lastra la cinta es la excesiva
cantidad de efectos que, sin mucha creatividad, mecánicamente se utilizan para
crear la atmósfera de terror y “la eliminación” de los personajes; el poco
desarrollo de algunos personajes secundarios que, de haberles otorgado más
hondura, serían más interesantes, como el del encargado del hotel que es
responsable de haber invocado al demonio; y, en lo técnico-formal, la copia
bastante “lavada” que no deja apreciar bien los colores, más tratándose de
parajes de la selva, producto de la mala trasferencia en el laboratorio del
digital a las copias analógicas. Si bien una película nacional no se puede dar
el lujo de los presupuestos de Hollywood, es evidente que para el rodaje y la
post producción –incluyendo efectos especiales- faltó presupuesto. Aciertos: el
haber convertido al personaje más inocente y frágil como el de Lucero en la
poseída por la propia madre y única sobreviviente de la matanza, lo cual puede
dar pie para una segunda parte.
En fin, “la moraleja” es que tan complicado y
difícil es hacer una película “de género” como una “de autor”; y que el aplicar
ciertas fórmulas no es garantía de éxito ni aquí ni allá. Vale el experimento,
esperemos que el próximo sea mejor.
Eduardo
Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Dir: Frank Pérez-Garland
Guión: Vanessa Saba
c/ Vania Accinelli (Lucero), Sergio
Gjurinovic (Gabriel), Vanessa Saba (Mamá), Alexa Centurion (Camila), Maria
Fernanda Valera (Fabiola), Nicolás Galindo (Mateo), Carla Arriola (Paola),
Guillermo Castañeda (Pablo)
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