Por: Eduardo Jiménez J.
ejj39@hotmail.com
Creo que a estas alturas ya no cabe
duda del boom de producciones
nacionales que llegan a las salas comerciales, fenómeno que no se explica
únicamente por el “desembalse” de proyectos fílmicos, sino demuestra la
tenacidad de jóvenes realizadores que, en circunstancias adversas, se atreven a
realizar su primer largometraje, facilitado en gran medida por la rebaja en
costos que implica el uso del digital. Su opción es el llamado “cine de género”
(comedia, drama, thriller), con el cual pueden “conectar” con el gran público,
desinteresado en las producciones nacionales por largos años. Si la tendencia
continúa y se consolida podemos hablar ya de una nueva generación en el cine
peruano que, a diferencia de la generación de Lombardi y compañía, se forja en
las condiciones que impone el mercado y no en el apoyo estatal directo (que
sigue siendo necesario). De esa generación pueden salir obras interesantes como
Asu mare o la bajo comentario Perro guardián. Veremos.
Esta vez la producción viene de la
mano de un dúo de jóvenes directores que en asociación con Carlos Alcántara
como estrella principal (deseoso de ampliar su registro actoral más allá de lo
cómico), trae un thriller que alude a un hecho de nuestra historia reciente: la
amnistía que a mediados de los años noventa concedió el gobierno fujimorista a
los militares que violaron derechos humanos en la lucha antisubversiva y como,
pocos años después, con la restauración de la democracia, ello queda sin efecto
y se produce el proceso judicial a muchos que perpetraron atrocidades al amparo
del poder del Estado.
En ese contexto histórico se introduce
la historia ficticia de “Perro” (Carlos Alcántara), exmilitar destacado en el
pasado a las zonas subversivas, ejecutor extrajudicial implacable, y dedicado
en la actualidad al sicariato.
Lo interesante no es tanto las
acciones criminales que realiza el personaje, sino ese conflicto interno no
verbalizado que lo va haciendo dudar de los actos que comete. Para ello es
importante la tensión del personaje, esa contención de fría serenidad que en
cualquier momento está a punto de estallar (como en la escena del mendigo
redimido que sube al bus a pedir limosna). Esa tensión solo se manifiesta con
ciertos gestos del personaje en el escenario de una ciudad igualmente agresiva,
“chirriante” en sus sonidos, una ciudad que es retratada en sus aspectos más
sórdidos, acompañado de una fotografía fría y de tonos oscuros.
Existen personajes claves que sirven
para llevar adelante la trama como “El Apóstol” (un extraordinario Reynaldo
Arenas que regresa al cine luego de mucho tiempo), personajes (aparentemente)
redimidos como El padrino o la niña desamparada (Mayra Goñi) que despierta el
lado paternal de “Perro”.
En ese extremo se ha comentado la
similitud con Taxi Driver (la
redención del pecado, la purgación por medio del fuego, la niña que representa
el ángel que debe ser liberado); pero el diseño del personaje principal no es
tanto el del célebre filme de Scorsese, sino por su laconismo y escasa
gestualidad del personaje central, más se parece al León del filme de Luc
Besson, El profesional.
El final abierto, donde el personaje
huye con la chica en medio del desierto (símbolo de la soledad) invita a una
posible secuela.
PERRO
GUARDIÁN
Dir: Bacha Caravedo, Chinón
Higashionna
Guión: Bacha Caravedo
c/ Carlos Alcántara (Perro), Reynaldo Arenas (Apóstol), Ramón García (El
Padrino), Mayra Goñi (Milagros), Miguel Iza (Mendieta), Juan Manuel Ochoa
(Ormeño)
Perú/2014/Thriller***/Estrenos
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