Daniel Rodríguez Risco (Lima, 1959) es
un caso sui generis en el cine peruano: formado en economía, a su regreso se
dedica al negocio educativo, llegando nada menos a ser rector de una
universidad nacional. Hacia fines de los noventa obtiene una maestría para
estudiar cine en los Estados Unidos y “el bichito” de la realización prende en
él, abandonando posteriormente sus negocios habituales y volcándose de lleno al
cine y a la escritura. Su primer largo, El
acuarelista (2008), se estrena cuando ya el realizador bordeaba los
cincuenta años de edad. A la sazón cuenta con cinco cortos y dos largometrajes;
aparte de una novela corta y un libro de cuentos.
Y si bien es un hombre que comienza
tardíamente en la realización, ello tiene una ventaja: posee una experiencia
vital y libresca de la cual carecen los jóvenes realizadores y que se evidencia
desde el primer largometraje (firmado
como Daniel Ro), una peculiar e interesante comedia del absurdo, sobre la
imposibilidad de pintar el protagonista una acuarela. Se notaba en algunos
trazos y en las atmósferas creadas por los espacios cerrados, la presencia de
Roman Polanski y su cinta El inquilino.
Esta vez Daniel Rodríguez decide hacer
una película “de género”, en especial un thriller sicológico que tiene,
salvando las distancias, a Alfred Hitchcock como modelo mayor (es evidente la
influencia en los caracteres de los personajes y la atmósfera que los rodea –no
en la historia- el filme Rebeca del
maestro inglés).
Una mujer en sus cuarenta (Silvia)
vive aislada en una casona en un pueblo remoto, buscando una empleada que
atienda los asuntos de la casa (Mercedes). Junto a Silvia vive temporalmente un
mochilero (Jaime) que hace trabajos de reparación en su casa.
Estamos ante la historia de la mujer
desquiciada pero muy inteligente, que manipula a las personas a favor suyo,
hasta que estos se dan cuenta de sus intenciones. En el caso de Silvia –ante la
imposibilidad de procrear- tener un hijo usando a Mercedes y Jaime para sus propósitos, a una
como “vientre”, al otro como “semental”.
Haciendo comparaciones, en el estilo
de Rodríguez existen elementos que se repiten con respecto a su anterior filme:
la imposibilidad del protagonista y que es motivo de la acción (en T de hacer
su acuarela, en Silvia tener un hijo), lo cual los lleva inexorablemente a la
destrucción; el buen uso de los espacios cerrados, claustrofóbicos, lo que se
evidencia con mayor nitidez en El vientre;
y los escenarios internos: en ambos filmes son intemporales, conocieron mejores
tiempos vividos y ahora padecen una lenta decadencia que refleja a los
personajes.
Si bien no podemos decir que la
película sea un dechado de ingenio creador o nos haga saltar de la butaca (es
una historia contada miles de veces), se debe reconocer que Rodríguez tiene
mejor manejo de sus recursos narrativos, llevando con buen pulso la historia
hasta su desenlace.
Mención aparte merece la actuación de
Vanessa Saba en un personaje complejo y que cronológicamente coincide con la
edad de la actriz (Rodríguez declaró que el papel lo tenía pensado para ella).
Sencillamente magistral.
Eduardo
Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
EL
VIENTRE
Dir.: Daniel Rodríguez
Guión: Daniel y Jaime Rodríguez
c/ Vanessa Saba (Silvia), Mayela
Lloclla (Mercedes), Manuel Gold (Jaime), Gianfranco Brero (Tío Miguel)
Perú/2013/Thriller
sicológico***/Estrenos
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