miércoles, abril 25, 2012

LA DAMA DE NEGRO


Los fantasmas de casas antiguas son una fuente rica en la tradición del cine gótico, de atmósferas más que de horror propiamente … si se sabe llevar de manera adecuada. Un ejemplo en los últimos años fue la cinta Los otros (2001) de Alejandro Amenábar.

Ambientada a inicios del siglo XX, La dama de negro gira en torno a un joven abogado, viudo y con un hijo del que responder, obsesionado con el recuerdo de su mujer, muerta cuando da a luz, por lo que lleva una vida melancólica que incluso hace peligrar su trabajo y predispuesto a “ver a los muertos”.

Precisamente, el estudio donde trabaja le encarga ir a una casa antigua fuera de Londres, cuya última dueña, con una vida bastante alejada de los demás, ha fallecido sin dejar herederos conocidos. Estamos ya frente a un “horror gótico”, con fantasmas que viven en casas antiguas donde han sucedido en el pasado hechos terribles.

Lamentablemente el filme apuesta demasiado por los recursos efectistas (golpes de sonido, puertas que se cierran de golpe, imágenes recurrentes del “fantasma”) haciendo notorio lo que pudo ser sugerido. El final sí es bueno. Más allá de lo obvio y del develamiento del secreto que guarda la casa, el final ofrece un giro espectacular, apelando al deseo inconsciente de Arthur: reunirse con su joven esposa en “el más allá”.

Por otra parte, la actuación de Daniel Radcliffe es correcta. Contenida, refleja el mundo interno atormentado del personaje. Intento de desencasillarse del papel que tanta fama y fortuna le dio a temprana edad. La tarea no es fácil y otros sucumbieron en el camino. Esperemos que él lo logre. Pasta actoral no le falta.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es



LA DAMA DE NEGRO [The Woman in Black]

Dir: James Watkins
Guión: Jane Goldman, basado en la novela de Susan Hill
c/ Daniel Radcliffe (Arthur Kipps), Ciarán Hinds (Samuel Daily), Liz White (Jennet)
UK/2012/Thriller, horror***/Dvd/Estrenos

lunes, abril 23, 2012

FICCIÓN Y REALIDAD: TITANIC A LOS CIEN AÑOS

¿Por qué la cinta Titanic es vista en todo el mundo, encantando al espectador común con su historia?

Para la explicación del fenómeno no basta con argumentar que fue un “blockbuster” concebido para arrasar la taquilla. Si bien la premisa es cierta (la película nació para recaudar la mayor cantidad de dinero en el mundo) es insuficiente para explicar las razones de su éxito, lo que ha motivado que en el centenario del hundimiento del célebre barco se reestrene en 3D.

Creo que la respuesta se encuentra en la historia.

Es una historia tantas veces contada en la literatura y el cine, pero no por eso deja de estremecer y encantar. Es una historia de amor y por añadidura de un amor imposible y censurado por la condición social opuesta de los amantes. ¿A quién no le encanta ver o leer esas historias? Habría que no tener corazón para no dejarse encandilar por las peripecias de amor de Jack y Rose.

La “gracia” de la hasta ahora última versión del famoso navío fue la historia de un corto pero intenso amor que perdurará a través del tiempo como el de otras parejas de las artes y letras (su romance dura apenas unas horas hasta el hundimiento del barco). Ese fue “el gancho” que hizo atractiva esta versión del Titanic. Una historia de amor ficticio (en la vida real no existieron los personajes de Jack y Rose), pero “creíble” gracias al telón de fondo histórico, de hechos que sí ocurrieron en la vida real. Es lo que Mario Vargas Llosa denomina “la verdad de las mentiras”, la “magia” del narrador para hacer verosímiles hechos ficticios.

Por ello, en el Titanic de James Cameron lo más interesante es la trama sentimental que se desarrolla en la primera mitad. El hundimiento del barco es coyuntural (es la parte espectacular, “el show de la filmación”) y sirve solo para dar impulso a los avatares de los amantes, de un amor imposible que va más allá de la muerte. Efectos digitales, espectacularidad, se encuentran puestos al servicio de la historia de la joven pareja. (La escena final, suerte de sueño de Rose anciana, revela el deseo anhelado y frustrado de ella: el reconocimiento por parte de la sociedad, de su mundo aristocrático, del amor de su vida, deseo que queda en apenas un sueño).

Precisamente al ser una historia de amor imposible y trágico le da un aliento inmortal. Distinto hubiese sido el significado con el “final feliz” de los amantes. Estaríamos ante un amor anodino más. En cambio, en Titanic existe un aliento trágico: uno de los amantes muere y el otro toma la posta para seguir con “la filosofía de vida” del que no sobrevivió al hundimiento del trasatlántico. De eso trata las más de tres horas del filme que, gracias a esa forma de contar los hechos, no aburre, manteniendo más bien en vilo al espectador.

Titanic “arrasó” con los Oscar de aquel año. Un joven Leonardo DiCaprio consolidó su carrera gracias al filme, consiguiendo en otros, posteriores, “destitanizarse” en papeles memorables, principalmente de la mano de Martin Scorsese con el que ha mantenido una sólida asociación.

Titanic sin ser “una gran película” (el guión está repleto de clichés bastante convencionales), es de esas que cautivan al espectador, porque todos en nuestro fuero interno deseamos vivir historias como las de Jack y Rose, que las compensamos en la ficción de la pantalla o la lectura.

Eduardo Jiménez J.

ejjlaw@yahoo.es


FICCIÓN Y REALIDAD: TITANIC A LOS CIEN AÑOS

Dir. y guión: James Cameron

c/ Leonardo DiCaprio (Jack Dawson), Kate Winslet (Rose DeWitt Bukater), Billy Zane (Caledon 'Cal' Hockley), Kathy Bates (Molly Brown), Frances Fisher (Ruth Dewitt Bukater)

EEUU/1997/Drama***/Dvd/Películas del ayer


miércoles, abril 18, 2012

50/50


Tratar el tema del cáncer sin caer en el melodrama no es tarea fácil; sin embargo 50/50 lo cumple.

Un joven es diagnosticado con un cáncer bastante raro, obligándolo a replantear su proyecto de vida, incluso su relación de pareja actual, la que se ve seriamente deteriorada. Pero, la película no cae en el expediente del melodrama llorón gracias a que se toma las cosas con naturalidad, como son, hasta con su dosis de humor (incluso una nueva manera de “ligar” chicas apelando a la compasión). Y, si bien el filme opta por el “final feliz” (Adam “se cura” gracias a una difícil intervención quirúrgica), incluyendo una muy posible nueva relación amorosa, no por ello le quita los méritos de haber sabido llevar con buena mano un tema difícil de tratar.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


50/50
Dir: Jonathan Levine
Guión: Will Reiser
c/ Joseph Gordon-Levitt (Adam), Seth Rogen (Kyle), Anna Kendrick (Katherine), Bryce Dallas Howard (Rachael), Anjelica Huston (Diane)
EEUU/2011/Comedia dramática***+/Estrenos

sábado, abril 14, 2012

A CUARENTA AÑOS DE EL PADRINO

Este año también cumplió cuarenta años de su estreno El padrino (1972), co-escrita y dirigida por el entonces joven director Francis Ford Coppola, uno de los puntales de la renovación del cine norteamericano en los años setenta.

Es historia conocida lo difícil que fue el proceso de pre-producción. Un joven realizador que no tenía demasiado poder en los grandes estudios de Hollywood se enfrasca en una película sobre la mafia y el crimen organizado, el de la familia Corleone. Decide para los protagónicos tener a Marlon Brando encarnando a don Vito Corleone, un actor que estaba “vetado” en los estudios por tener fama de conflictivo; y, en el otro papel de importancia, a un desconocido joven actor que daría mucho que hablar, Al Pacino, quien representó a Michael, el hijo y continuador de la dinastía.

Como cuenta el propio Coppola fue difícil convencer a los ejecutivos de la Paramount la inclusión de estos dos actores en el reparto principal. Parece que el modesto sueldo que percibieron fue el argumento contundente para que la productora los acepte. (Brando solo cobró cincuenta mil dólares por el papel, “un sencillo”; aunque lo salvó las regalías que obtuvo el filme a lo largo de los años).

Pero, “el gran valor añadido” de la cinta fue que no se trataba de “una película más” acerca del mundo de la Mafia, sino que Coppola la elevó sobre el común de los filmes del género al otorgarle un aliento trágico que envolvía el destino de los personajes. Existe “una predestimación de los dioses” más allá de la voluntad o el camino que decidan tomar. El caso más trágico es el del propio Michael Corleone, quien en un inicio se niega a tomar parte en los negocios de la familia y termina de jefe al morir su padre, ser asesinado su temperamental hermano mayor Sonny, y ante la debilidad de carácter de su hermano intermedio, Fredo.

En igual sentido, lo que se quiere proteger, termina siendo destruido. El caso más patente es el de la propia familia, la cual se busca proteger a toda costa (todo el esfuerzo de los Corleone se encamina a ello), siendo destruida o disgregada. Sonny asesinado, Fredo exiliado y luego ordenado asesinar por su propio hermano Michael, la familia de este último separada por los turbios negocios que no comparte su esposa Kay. (A la lista se debe añadir el asesinato de la primera y efímera esposa siciliana de Michael, el asesinato de su joven hija en la tercera parte de la saga, así como los intentos de asesinato de Vito y Michael Corleone).

Pero, también habla del poder y de los medios para consolidarse o llegar a él. Se percibe un aliento shakespiriano presente como en las célebres obras del bardo inglés. Esa consolidación en el poder es por medio de la violencia, pero usando sobretodo la inteligencia y la astucia. El más astuto o el más hábil es el que gana la partida, no el que tiene la fuerza bruta (las escenas violentas y de acción son escasas en el filme y se encuentran adecuadamente dosificadas). Las tres partes de El padrino se abren con un acontecimiento importante que congrega a la familia y “anuda” la trama, terminando con una serie de asesinatos que la resuelven.

Similar uso tienen las traiciones. El traidor casi siempre es del grupo íntimo de la familia, sea como el caso de Fredo por “ganarse unos dólares” por su cuenta o de los lugartenientes o parientes políticos de los Corleone. La traición, al ser descubierta, se paga con la vida. Se la considera como “el peor de los pecados”, al decir del Dante.

Fue interesante también el tratamiento de la Mafia. No fue presentada en su aspecto más violento u oscuro, sino que los jefes mafiosos son definidos como ciudadanos comunes y corrientes, “hombres de negocios” felizmente casados y con una familia de la cual se sienten responsables. Como ya se apuntó, tanto Vito como su hijo Michael, hacen lo que deben hacer por mantener a salvo a su familia. Desde ese punto de vista, existe una “justificación moral” de sus acciones, ganándose de esa manera la simpatía del público. (Se especula que este “lavado de cara” de la Mafia obedeció a las presiones que recibieron tanto Coppola como Puzo del crimen organizado, en vista que ambos son descendientes de italianos).

El padrino le otorgaría fama y fortuna temprana a Francis Ford Coppola. Y, a pesar que después “renegó” de su popular trilogía, lo cierto es que cimentó su carrera para proyectos futuros, uno de ellos la segunda parte (1974) que, excepción a la regla, sería mejor que la primera y catapultaría a otro joven y desconocido actor: Robert de Niro, encarnando al joven Vito Corleone. Años después se incorporó al díptico una irregular tercera parte (1990) que, según se dice, Coppola se animó a realizar más por cuestiones de dinero (sus proyectos anteriores no habían reportado la expectativa económica deseada) que por engrandecer su filmografía. Es opinión casi unánime que esa tercera parte es prescindible.

En cuanto a Brando, gracias a El padrino pudo relanzar su carrera en los años setenta en papeles memorables de filmes como El último tango en París, The Missouri Breaks o Apocalipsis ahora. Ni hablar del despegue que significó los roles para las carreras actorales de los jóvenes Al Pacino o Robert de Niro.

Asociado con la célebre melodía de Nino Rota, tarareada al infinito en todo el mundo, El padrino demostró una vez más que una obra concebida solo para ganar dinero (la Paramount buscaba desesperadamente un filme que la saque de la difícil situación económica en que se encontraba), trascurrido el tiempo puede ser apreciada tan fresca y vigente, como lo fue el día de su estreno, lo que sucede solo con los clásicos.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

martes, abril 03, 2012

EL AMANTE


Es cierto que el gran referente modélico para Io sono l’amore es Luchino Visconti y sus extraordinarios retratos de grandes familias en decadencia (bastante inspirados en la suya propia, los Visconti son de antiguo linaje en Italia). Pero lo que en Visconti le resulta bastante natural por extracción de clase, en Guadagnino peca de afectación y de manierismo (insoportable la escena final, que pudo tener una resolución más “natural”). Sino fuese por la gran actuación de Tilda Swinton y algunas escenas rescatables, así como ese clima se sensorialidad que se respira, la película se sumergía en el ridículo. Pudo ser mejor. Lástima.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


EL AMANTE [Io sono l'amore]
Dir: Luca Guadagnino
Guión: Barbara Alberti, Ivan Cotroneo, Walter Fasano, Luca Guadagnino
c/ Tilda Swinton (Emma Recchi), Flavio Parenti (Edoardo Recchi Junior), Edoardo Gabbriellini (Antonio Biscaglia)
Ita/2009/Melodrama**/Estrenos